lunes, 1 de abril de 2013

Sobre el "stalking" o acoso físico.



Me hago muchas preguntas sobre eso del acoso a personas, para condicionar su decisión. Pero lo que, en un primer golpe de vista, es que a políticos y periodistas les parece mal y que a la extrema izquierda le parece bien.

Ya es un dato. A unos malos les parece mal y a otros malos les parece bien. Podría decirse que entre sinvergüenzas anda el juego. Pero aquí hay más chicha. Analicémosla.

Hoy, en España, esta moda del acoso físico se está refiriendo en primer lugar a los desahucios y en segundo lugar al asunto de las inversiones en preferentes, ambos asuntos en los que, sin ninguna duda y a pesar de políticos, banqueros y mucha prensa, los “malos” son los bancos. Hay mil matices, pero dejando esos flecos de forma, el asunto de fondo, en ambos casos, es un abuso descarado de la banca, creo que una situación de estafa continuada, apoyada en la complicidad del gobierno (primero socialista y luego de la derecha) y en el silencio de la prensa.

Esta situación injusta que lleva a la pobreza y al dolor a miles de personas honradas, no tenía visos de arreglarse de ninguna manera, porque todo el poder estaba de una parte. Siendo así la realidad ¿es legítimo recurrir a la violencia para abatir al tirano? La pregunta está más que contestada en la teoría de la ciencia política y es evidente que la respuesta es sí. No me extrapole el lector esto al caso de la ETA, por ejemplo, pues esa organización es una minoría violenta que quiere ejercer su control injusto con argumentos falsos, sobre una mayoría pacífica que defiende lo contrario con argumentos ciertos, junto a un poder en el que están representados.

Volvamos a lo nuestro. Creo que es lícito aplicar la violencia necesaria para torcer la voluntad delictiva de los bancos y de sus cómplices, cuando no hay más vía. Ahora bien, ¿quién y como se ejerce ese violencia?

Porque tras años de injusticia y de silencio, aparece ahora como líder una mujer, Ada Colau, que estuvo calladita mientras el poder lo ejercía el socialismo, que a la vez subvencionaba de forma millonaria a esa mujer. Es decir, mientras que antes y ahora había injusticia, antes mandaba la izquierda y ahora la derecha, por lo que la mujer Colau y sus compinches luchan contra la injusticia de la derecha, no contra la injusticia de la izquierda, que además tenía en nómina sus intereses. Esa tal Colau es pues una mercenaria del socialismo ladrón, y una luchadora, imagino que a sueldo, sólo contra la derecha ladrona. ¡Menuda líder!... un títere más en este teatro de horror.

La tal Colau no está legitimada para ejercer esa violencia acosadora, ni nadie que, conociendo la situación, hubiera estado callado, pudiendo no estarlo, cuando el que ayudaba a la estafa era el socialismo en lugar de la derecha.

Y siguiendo con esto, claro que está bien acosar a los parlamentarios del PP, cómplices al seguir en su cargo a estas alturas. Pero ¿quien acosa a Botín, no cómplice de la estafa sino estafador de alcurnia?; ¿y a Zapatero?, que tengo por descerebrado, lo que no le quita culpa; ¿y a Rubalcaba, el cínico cobarde, Rasputín de vía estrecha, urdidor de males para el pueblo en beneficio de sus miserias?; ¿y al ministro del interior del vacuo Rajoy, acosador del pueblo a través de sus mercenarios policiales?; ¿y a los policías que esgrimen obediencia frente a órdenes injustas?; ¿y al rey, el gran heredero y exento fiscal, que encabeza la comitiva?; ¿y quién acosa a los jueces, verdadera lepra de la democracia española?...

Los malos de la izquierda están utilizando al pueblo, al que desprecian, para ajustar sus cuentas con los malos de la derecha. Que turbio se pone todo cuando los líderes no son locos normales como Stalin, Hitler o Atila, sino uniformados con mandil que desde logias con olor a naftalina, juegan a ingeniería social, con más vicio que criterio, para intentar dar un toque “glamuroso” a lo que toda la vida se ha conocido como explotación del pueblo. También a esos habría que acosar, pero es que esos son secretos, porque los que vemos son los tontos útiles.

En definitiva, “caña al mono”, eso sí, “sin acritud”, como decía el gran ladrón, y de forma proporcionada al mal y, desde luego, sin reservas de “este no, que es de los míos”. Decía esta mañana un tonto en una tertulia radiofónica “es que el fin no justifica los medios”… ¡Memo!, ¿a que viene eso aquí? ¿No se acosan a etarras para impedir que sigan matando? ¿Por qué no se van a acosar a los poderes para impedir que sigan robando impunemente, cuando todos los demás cauces se han visto inútiles?

¿Qué la dación en pago perjudicaría a la banca? ¡Pues claro, como las alarmas perjudican a los ladrones!, ¿y qué?

¿Qué no darían más créditos? ¿De cuales, de los leoninos?, ¡pues ya está bien! Que los den de los buenos, ¿o esos son incompatibles con la banca española? Y si la banca no da créditos, ¿para qué queremos la banca, si esa es su función? Porque la banca, hasta la fecha, la sido la muñidora del pueblo para canalizar el fruto de su trabajo – el que no recaudaban los impuestos - al estamento del poder, que luego lo ha distribuido en subvenciones a sus amigos, a sindicatos y a la prensa, todo pagado por el trabajador.

¡Y ahora nos decís, panda de acosadores, que el acoso está feo! Los feos sois vosotros.

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