¡La tabarra que nos dan los camaradas con el asunto de la Conferencia Episcopal! ¡Suerte que la horda ha encontrado un nuevo tema con la inmigración y parece que se han olvidado un ratito de los obispos! Son como niños abriendo regalitos… uno, y otro, y otro, y al final juegan con el papel de envoltorio.
Suena tierno pero no es inocencia, es estupidez insaciable. Estas líneas son un aviso a navegantes.
Hace unos años los poderes de la izquierda mantenían con cierta discreción su odio a los católicos. Sólo algún líder de esos “simpáticos” dejaba entrever el atávico instinto genocida. Pero las salidas de tono se achacaban al “ya se sabe como es Fulanito”. Dos risitas y el asunto quedaba en nada… Más de uno recordará aquel “…a España no la va a reconocer ni la madre que la parió…”. Bromitas del comisario reprimido.
Con el actual gobierno socialista, ese odio ha ido saliendo al aire a medida que el gobierno se ha sentido seguro, impune. Y hemos pasado de la bromita al insulto directo, a la agresión verbal, incruenta en el hecho pero clara declaración de intenciones.
El proceso es elemental, de libro. Una aplastante mayoría cristiana es peligrosa. Para la izquierda es peligroso todo lo que no esté en rotunda minoría indefensa. Pero ¿existe esa mayoría? La pusieron a prueba.
Genocidio de bebés no nacidos. Y nada. Cambiar “padre” por “progenitor”. Y nada. Llamar matrimonio a la sodomía. Y nada. Mofarse de Jesús en Jerusalén. Y nada. Equiparar un templo a un bar. Y nada… “¡Estos católicos son un chollo! ¡Igual que en el 36, en que aquellos camaradas se divertían torturándolos y se dejaban… y lo mejor, no pasaba nada”
Los socialistas y anexos lo tienen claro; los católicos no tienen fuerza, son como niños y como a niños se les puede tratar, como lo hicieron aquellos camaradas.
Y en esa confianza están, la violencia con impunidad, el paraíso del camarada. No les oímos que vejen a Mahoma, ni a los musulmanes ni a los ayatolás, porque ahí hay peligro. Esa izquierda es tan cruel como cobarde. Pero los católicos son carne de cañón.
Estos días he escuchado públicamente, de voces de la izquierda, cosas muy concretas; “hay que disolver esa cosa que se llama Conferencia Episcopal” (03.02.2008), “vamos a quemar la Conferencia Episcopal” (07.02.2008), un encapuchado violenta la Santa Misa atacando verbalmente a los obispos (05.02.2008), un grupo de adolescentes portando pancartas y silbatos violentan la Santa Misa para insultar a los asistentes (27.01.2008). Unos botones. Hay más, pero me aburren.
De salir de nuevo los socialistas en las próximas elecciones generales en España, preveo en la próxima legislatura agresiones físicas a religiosos, por el hecho de serlo. Serán agresiones efectuadas por personas no identificadas y que se atribuirán a grupos extremistas. El gobierno lamentará las agresiones pero matizará que los católicos las provocaron por su fe o por su aspecto (llevar hábito o una cruz visible,…). No se dará con los responsables. Los actos sacrílegos serán cosa cotidiana.
Puedo estar equivocado en el plazo, en función de si les sale un nuevo pucherazo o no. Que gane la dudosa derecha supone sólo un lapso en el proceso. Pero mientras estemos en el tercer mundo cultural, la izquierda estará en su cieno.
La cobarde conciencia de impunidad de una izquierda española le da cada día más confianza y sale de su armario, mejor ataúd, mostrándonos su cara, su mueca, la mueca que estremeció a la gente de bien de los años treinta. “Son los mismos”, me decía hace años un erudito de la historia contemporánea de España. Era su opinión que no compartí en aquel momento.
Hace poco el gobierno socialista español rindió homenaje al veterano dirigente comunista Santiago Carrillo, con motivo de su 90 cumpleaños. Carrillo fue delegado de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid en la República. Estando él en este cargo, fueron fusiladas más de 5.000 personas en Paracuellos del Jarama. Niños, ancianos, mujeres y hombres, por el delito de ser católicos. No actuó coaccionado pues fue otro hombre de izquierdas, un anarquista, quien acabó con las sacas de presos. Carrillo, genuina izquierda, actuó por convicción. Se homenajea a quien se admira, y es natural querer emular a quien se admira. Efectivamente, parece que son los mismos.
Pero hoy no es ayer. Para muchos españoles han pasado lustros desde aquella pesadilla. Ni tampoco toda la izquierda es como alguna de la que gobierna, al contrario, hombres y mujeres con nobles conciencias sociales forman en la ideología que algunos dirigentes socialistas españoles escupen.
Hace dos años escribía que pronto volveríamos a las catacumbas. Estamos bajando a ellas. Pero eso no es malo. La persecución es el estado natural del cristiano.
España se debate en un momento crucial que no se definirá en estas votaciones, quizás sí en esta generación. Pero, en cualquier caso, al católico español se le presenta un reto que ni se había planteado en el cómodo regazo de un régimen católico bienintencionado que había ahogado la fe que defendía.
Quizás estas elecciones aclaren las cosas a los católicos y hagan de una vez caso a sus pastores. Como dicen nuestros hermanos musulmanes, “reza a Alá pero ata al camello”. Toma nota hermano católico, reza a la Virgen, pero no votes socialista.