El lunes 4 de mayo de 2009, publicaba en este blog, el artículo “Mariam. II”, sobre la virginidad de María, la madre de Jesús y sobre la cuestión de si Jesús tenía “hermanos” según entendemos en nuestra cultura.
Uno de los argumentos hacía referencia a una conversación con “un querido misionero claretiano” que “me comentaba que en Guinea Ecuatorial los grupos familiares están muy cohesionados y cuando a un niño le preguntas cuántos hermanos tiene, ha de contarlos, y cuenta o señala a todos los niños del grupo tribal, pues su concepto de grupo no distingue entre hermano carnal, primo hermano o primo segundo…”
El misionero me dice que debo escribir, en lugar de “grupo tribal”, el término “entorno tribal”, que explica mejor el hecho que comentaba de que se nombren “hermanos” todos los niños del mismo entorno familiar, lo que nosotros matizamos como "hermanos", "primos carnales", "primos segundos",… de la otra forma, parecería que se extendía la cuestión a toda la tribu. Queda hecha la matización, que agradezco, pues la precisión es siempre de agradecer.
En la misma conversación, me comenta el misionero otro ejemplo claro de lo que acabo de comentar. Se refiere a un comentario en la Biblia de Jerusalén y hace referencia a una de las lecturas de la Misa de ayer (escribo esto el miércoles, 24 de junio); “Dijo, pues, Abram a Lot:”Que no haya contiendas entre los dos, ni entre mis pastores y los tuyos, pues somos hermanos.” (Gén 13, 8). Teraj tuvo tres hijos, Abram, Najor y Aram (Gén 11, 26) y “…Aram engendró a Lot” (Gén 11, 27). Es decir, Abram era tío de Lot, pero le llama “hermano”.
Con los argumentos que vimos en los artículos precedentes sobre María, se podía llegar a la conclusión de que Jesús era unigénito, pero no quería perder la ocasión de aportar aquella matización y esta nueva razón.