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no por su referencia al nefasto Jordi Pujol, un gobernante nepótico que encauzó a Cataluña (España) hacia la miseria ética, social, económica y política que es hoy, sino por la actitud de S. S. Juan Pablo II "El Grande", que no se dejó seducir por las presiones de un mezquino diablillo que le ofrecía loor catalán a cambio de una pizca de demagogia.
“Jordi Pujol: "Me dolió la frialdad de Juan Pablo II" (21/10/2009)
La segunda parte de las memorias del ex-presidente de la Generalitat (sic) Jordi Pujol, analiza el periodo comprendido entre los años 1980 y 1993, unos años en que los católicos disfrutamos del pontificado de Juan Pablo II "El Grande". Entre los muchos viajes que realizó en aquellos años, todos recordamos su presencia entre nosotros en la capital catalana el año 1982.
Yo pensaba que aquella presencia de Su Santidad en Barcelona fue una alegría para todos los católicos, a pesar del mal tiempo que nos acompañó, pero veo que no, el ex-presidente Pujol, quedó muy decepcionado del contacto con el que fuera nuestro Sumo Pontífice, así puede leerse en sus memorias y en una entrevista que podemos leer en el Periódico de Catalunya (sic) de este pasado domingo.
Preguntado sobre la visita de S.S. Juan Pablo II a Montserrat, Pujol contesta con un escueto pero contundente: "Aquella visita fue mal". Su esposa la conocida Marta Ferrusola, según cuenta en sus memorias, incluso llegó a decirle: "Este hombre no nos entiende, (...) no nos quiere"
En la entrevista Pujol afirma: "Yo tengo dos puntales desde joven: el catalanismo y el cristianismo. Valoro las alegrías que me proporcionan y me duelen los desencantos. Y de Juan Pablo II me dolió su frialdad. Sé cuándo te escuchan y les interesa. Y él, como cristiano y como huésped de un país en circunstancias dramáticas, tenía la obligación de interesarse o, al menos, de hacerlo ver"
Por si alguien tenía alguna duda de donde hay que situar eclesialmente a Jordi Pujol, el mismo lo deja claro: "Yo soy un soldado del ejército derrotado del cardenal Montini [Pablo VI]. Un ejército del centro, que es el espacio donde siempre he intentado estar en la fe y en la política. En ese espacio estamos pocos, ¿eh? El sector conservador aprieta y el radical introduce una gran desorientación".
Está claro que Pujol no sintoniza ni con Juan Pablo II ni con Benedicto XVI, él forma parte de la Iglesia progresista que surgió en los tiempos del Post-Concilio. Ese progresismo mezclado con el nacionalismo ha sido un veneno mortal para la Iglesia catalana. Por lo menos reconoce que esos ejércitos han sido derrotados por una nueva Iglesia (la wojtyliana y ratzingueriana), sólo le faltaría reconocer que esa nueva Iglesia está dando frutos en todas partes, mientras el binomio progresismo-nacionalismo sólo ha dado fracaso e iglesias vacías y desoladas.
La causa del desencuentro entre Pujol y Juan Pablo II fue estrictamente por motivos políticos, para el ex-presidente catalán el anterior Santo Padre no entendía que Cataluña fuera una nación y para postre no hablaba casi nunca en catalán.
Sobre esta cuestión corre una leyenda que he oído por diversas fuentes según la cual, Pujol envió a sus obispos catalanes fieles y a algunos de sus lacayos en Roma (del estilo Padre Benítez) para convencer a Juan Pablo II para que felicitara la Pascua en catalán (además de los otros muchos idiomas en que lo hacía). El gran Papa polaco respondió algo así: "Llénenme sus seminarios de seminaristas y sus parroquias de fieles, conviertan a la Iglesia catalana en un orgullo para la catolicidad y yo entonces felicitaré la Pascua en catalán".