No he parado de oír comentarios sobre una foto del matrimonio Obama, con la familia del presidente del gobierno español, Sr. Rodríguez.
Como todos estarán al día, omito descripciones y opino.
La foto es de muy buena calidad y el encuadre me parece perfecto. Se aprecia que la he realizado un profesional.
Se notan las tablas del matrimonio Obama en eso de posar para la prensa. Al matrimonio Rodríguez se le ve algo más forzado, imagino que incómodos por haber implicado a la prole en la foto – lo que hace de muy cateto – y sabiéndose Rodriguez que es el responsable de mantener a España en el último lugar de Europa – es decir, un fracasado muy votado, pero un fracasado al fin y al cabo - y su señora con el "corte" de haber confundido a la prensa nombrándose como cantante de ópera, cuando sólo es una corista, ¡vamos, una “miembra” de un coro!
Para que el lector se haga una idea sobre lo que quiero decir y tan mal he expresado, puede recordar a aquellos invitados a la radio o televisión de los años 60 y 70, que al acabar pedían al locutor; “¿Puedo saludar?”. Ahora ya no se hace, pues la gente va siendo normal. Pues el Sr. Rodríguez ha hecho eso; “¿Puedo enseñar a mis hijas?”… Entrañable, me revive la inocente España de “Bienvenido Mr. Marshall”, que es la España en la que estamos de nuevo, pero sin inocencia.
Nos quedan las hijas. Las que deberían estar en el colegio, seguramente privado, que les pagamos todos los españoles y que en su lugar aparecen disfrazadas de esotéricas, posando en ultramar con personas mayores, ocupadas en cosas de mayores; uno en hundir a España y el otro en levantar a EEUU.
He leído a alguno que dice que ellas – las hijas - no tienen la culpa. Que la culpa es de los padres. Cierto a medias. Los padres – ellos se denominan progenitores, pues lo de padres es reaccionario… mal vamos – tienen buena parte de culpa, pero las hijas también. Porque cuando se tienen a mano tantos recursos económicos y de poder, obtenidos en este caso sin ningún esfuerzo personal, para acceder a la cultura y al conocimiento, es de delito que se ocupen en ejercer de niñatas consentidas y seguidoras de ficciones absurdas. Porque de su edad, hay miles de hijos de obreros o no, que se esfuerzan en estudiar y conocer la realidad de la vida, para poder salir a flote en la difícil España que ha creado el progenitor de las niñatas ricas de la foto.
Si las hijas de Rodríguez, en lugar de buscar con tan poco acierto estético modelitos surrealistas que les pagamos nosotros - ¿los habrán comprado en “London”, desplazadas por un avión militar? - tuvieran que estar de reponedoras en un supermercado o repartiendo pizzas para traer un ingreso a casa, verían las cosas de otro modo.
La foto no tiene nada de particular, salvo que es técnicamente una buena foto. Lo que resulta patético es la situación que revela. Patético pero no insólito, pues ¿alguien esperaba algo distinto de un señor que, está en boca de muchos, pertenece a una sociedad secreta en la que se viste con un mandilito para jurar por mil tonterías y escupir a un crucifico como mérito de promoción? Lo que me sorprende es que las hijas no llevaran al cuello un crucifijo colgado al revés… ¿o se lo quitaron para la foto?
Para finalizar, no puedo menos que recomendar la lectura de un texto sobre este tema en Albadigital.es (http://www.albadigital.es/2009/10/02/politica/la-foto-es-un-test-de-rorschach/).