Parece que se ha consumado el cisma de la Iglesia en Alemania.
Lo
escribí en su día y lo reitero hoy.
No
es un problema teológico, sino que es un problema racista.
Tanto
Lutero ayer, como la conferencia episcopal alemana hoy, adolecen de un complejo
de superioridad ario.
Para
ellos debe ser insoportable estar a las órdenes de un latino al que consideran
raza inferior.
La
versión política de este complejo de superioridad fue el genocidio judío.
Todos
sabemos dónde llevo a Alemania, el creerse superior al resto del mundo.
Si
este proceso cismático continúa, Alemania se sumirá otra vez, en un pozo negro
histórico.
La
civilización actual no viene de los salvajes del norte de Europa, sino de los
pueblos de oriente medio, entre los que estaban semitas, griegos y romanos
esos que para los bárbaros del norte son raza inferior.
Su cerebro bárbaro no entiende que no es una cuestión racial, ni política, ni económica.
Es un asunto místico en el que las cosas del mundo no tienen nada
que ver.
¡Que
abismo con el gran Benedicto XVI, luz de los bárbaros del norte, que ocultan
bajo un celemín!
Con
su pan se lo coman.
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