No está mal esto de la vida.
Pero la verdad es que decepciona un poco para lo
grande que debe ser el Creador.
He tenido una vida cómoda, si bien repleta de
sorpresas desagradables.
Entré con mal pie y saldré de la única forma en que se
puede salir.
He pasado momentos muy buenos y momentos muy malos,
de manera que sacar la conclusión de una media no serviría para nada.
Pero desde una mirada retrospectiva, me parece que
no ha estado a la altura de lo que se podía esperar de mí.
Sin duda el problema ha sido mío, pues como hombre, he
sido el tonto de la función, a pesar de que sobre el papel pudiera parecer
listo, si por racional entendemos listo.
Sí, ya sé que no es lo mismo.
Quizá en lugar del más tonto de la función debería
haber dicho, la carne de cañón de la función.
Y todo porque a unos ancestros que ni conocemos, les
dio por comer de lo que no debían haber probado.
Ya sé que la teología del Génesis es más compleja que estas tonterías que estoy diciendo, pero estas tonterías, son una buena
síntesis de la historia para tontos.
Es el arte de la teología, una ciencia que quiere
comprender lo incomprensible y encima explicarlo.
Sales de la vida como si salieras del cine después
de ver una película te ha parecido mediocre y que a lo mejor ni tan siquiera
has entendido.
Probablemente te ha parecido mediocre porque no la
has entendido.
Por ahora lo que tengo claro es que el gato araña y
el perro ladra.
Y que cuando te duele la barriga, es que algo te ha
sentado mal, aunque no hayas comido nada que te pudiera haber sentado mal.
Los no creyentes lo atribuyen al azar, que es el
dios de los ateos.
Como el dios del agua, que hace llover y el dios
del trueno que hace tronar.
Azar, bendito azar, que tanto alivias a los que no
tienen ganas de pensar o sus luces dan
solo para lo que dan.
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