domingo, 23 de junio de 2024

Revolución absurdamente práctica.

 

Antes, las revoluciones eran a lo bestia, sin criterio.

Quién manda: ¿Fulano? pues tiro a Fulano y se acabó la historia.

Claro, así las revoluciones acababan igual que empezaban... los malos seguían en el poder y los buenos seguían con la bota en el cuello. Eso sí, Fulano en el hoyo.

Todo seguía igual, porque el criterio era equivocado.

El tal Fulano, verde o maduro, no manda en ningún país.

Mandan las familias capitalistas, que se mantienen en la discreta sombra, manejando los hilos y destrozando, con la mayor impunidad, la vida de millones de hombres mujeres y niños, que esclavizan para su bienestar.

Hoy se está en disposición de conocer cuales son esas familias y de estallar una revolución, buscarlas.

El mundo se ha vuelto pequeño y no hay lugar del planeta en el que se pueda conseguir completa seguridad frente a sicarios fanatizados.

No es necesaria una bomba sofisticada, basta un cuchillo afilado.

Hay que hacer ver a esas familias, que no hay guardaespaldas que las pueda proteger.

Habrá siempre un miembro, padre, primo o hijo, que esté al alcance del filo.

Esto es lo que escribiría hoy una persona violenta y harta de las injusticias que ve a su alrededor.

Pero tendría que ser una persona con pocas luces y sin escrúpulos: Lo que creo, llaman hoy un sociópata. No estoy seguro y no me apetece mirarlo en el diccionario.

Con pocas luces, porque por poco que las tenga, ha de saber que el poder le controla completamente, hasta el punto de que puede conocer lo va a hacer, incluso antes de que lo haga, pues está dirigido por quién sabe controlar su entorno.

Es como dios, pero con minúscula.

Incluso la más pequeña acción violenta premeditada, está solo al alcance de la mano del poder.

Por eso hay que recelar de los estallidos de violencia presuntamente incontrolada, que estallan periódicamente en distintas partes del mundo.

Dudo que, con la revolución bolchevique, cambiara algo esencial en la hoy Rusia.

Sin embargo, no me cabe duda, de que la erupción del Vesubio, sirvió para algo.

Pero recuerda nunca hay que recurrir a la violencia.

No hay que pegar a tu perro o a tu gato, aunque se meen en casa.

Nunca hay que odiar a ese lobby de familias capitalistas que, para enriquecerse, permiten que una manada de indeseables viole a tu hija.

No hay que odiar a ese lobby de familias capitalistas, que para enriquecerse permiten que tu hijo se muera en el hospital escasos de recursos.

No hay que odiar a ese lobby de familias capitalistas, que para enriquecerse, permite que tu padre se suicide, desesperado por no poder darte de comer.

Ni hay que odiar a los políticos qué hartos de vicio, celebran tu ruina física y espiritual y la de los tuyos.

¡No odies! ¡Vota!

Satisfácete viendo sus imágenes obscenas en Internet, celebrando sus asquerosos triunfos sobre sus súbditos.

¡Vótales!

¡Aclámales!

¡No les escupas cuando los tengas cerca!

¡Vivan las caenas, miserable pueblo servil!

¡Proclama sus elevadas secreciones mentales!

¡Maquina de lodo!

¡Fachosfera!

¡Ultraderecha!

¡Saco de m*****!

No te decepciones si no llegas a su nivel.

Ellos son una raza superior.

... hasta que estiran la pata.

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