Antes, las revoluciones eran a lo bestia, sin
criterio.
Quién manda: ¿Fulano? pues tiro a Fulano y se acabó
la historia.
Claro, así las revoluciones acababan igual que
empezaban... los malos seguían en el poder y los buenos seguían con la bota en
el cuello. Eso sí, Fulano en el hoyo.
Todo seguía igual, porque el criterio era
equivocado.
El tal Fulano, verde o maduro, no manda en ningún
país.
Mandan las familias capitalistas, que se mantienen
en la discreta sombra, manejando los hilos y destrozando, con la mayor
impunidad, la vida de millones de hombres mujeres y niños, que esclavizan para
su bienestar.
Hoy se está en disposición de conocer cuales son
esas familias y de estallar una revolución, buscarlas.
El mundo se ha vuelto pequeño y no hay lugar del
planeta en el que se pueda conseguir completa seguridad frente a sicarios
fanatizados.
No es necesaria una bomba sofisticada, basta un
cuchillo afilado.
Hay que hacer ver a esas familias, que no hay
guardaespaldas que las pueda proteger.
Habrá siempre un miembro, padre, primo o hijo, que
esté al alcance del filo.
Esto es lo que escribiría hoy una persona violenta y
harta de las injusticias que ve a su alrededor.
Pero tendría que ser una persona con pocas luces y
sin escrúpulos: Lo que creo, llaman hoy un sociópata. No estoy seguro y no me
apetece mirarlo en el diccionario.
Con pocas luces, porque por poco que las tenga, ha de saber que el poder le controla completamente, hasta el punto de que puede
conocer lo va a hacer, incluso antes de que lo haga, pues está dirigido por
quién sabe controlar su entorno.
Es como dios, pero con minúscula.
Incluso la más pequeña acción violenta premeditada,
está solo al alcance de la mano del poder.
Por eso hay que recelar de los estallidos de
violencia presuntamente incontrolada, que estallan periódicamente en distintas
partes del mundo.
Dudo que, con la revolución bolchevique, cambiara
algo esencial en la hoy Rusia.
Sin embargo, no me cabe duda, de que la erupción del
Vesubio, sirvió para algo.
Pero recuerda nunca hay que recurrir a la violencia.
No hay que pegar a tu perro o a tu gato, aunque se
meen en casa.
Nunca hay que odiar a ese lobby de familias
capitalistas que, para enriquecerse, permiten que una manada de indeseables viole
a tu hija.
No hay que odiar a ese lobby de familias
capitalistas, que para enriquecerse permiten que tu hijo se muera en el
hospital escasos de recursos.
No hay que odiar a ese lobby de familias capitalistas, que para enriquecerse, permite que tu padre se suicide,
desesperado por no poder darte de comer.
Ni hay que odiar a los políticos qué hartos de
vicio, celebran tu ruina física y espiritual y la de los tuyos.
¡No odies! ¡Vota!
Satisfácete viendo sus imágenes obscenas en
Internet, celebrando sus asquerosos triunfos sobre sus súbditos.
¡Vótales!
¡Aclámales!
¡No les escupas cuando los tengas cerca!
¡Vivan las caenas, miserable pueblo servil!
¡Proclama sus elevadas secreciones mentales!
¡Maquina de lodo!
¡Fachosfera!
¡Ultraderecha!
¡Saco de m*****!
No te decepciones si no llegas a su nivel.
Ellos son una raza superior.
... hasta que estiran la pata.
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