jueves, 14 de noviembre de 2024

La viciosa y parasitaria vida de los grandes partidos.

 

Occidente, en manos de gusanos.

El grado de corrupción y la bajeza de esa corrupción que padece hoy Occidente, probablemente no tiene parangón en la historia de la humanidad.

Es una impresión muy vaga y superficial.

Porque no tengo más luces.

Pero por lo que tengo cerca, veo que la corrupción del partido socialista no solo se limita a robar a manos llenas, sino que va acompañada de prostitución droga y pederastia; la satisfacción de las más bajas pasiones de la forma más asquerosa.

Y lo que es peor.

Son con el conocimiento y encubrimiento del ambiente que rodea todo eso.

No son exclusivamente acciones individuales o en cuadrilla.

En ese mecanismo de putrefacción participan, no solo ciudadanos anónimos, del montón, sino también destacadas personalidades de carácter público, bien sean militares clérigos o miembros de entidades pretendidamente sociales, como ongs, incluida la mitificada e ineficaz cruz roja, refugio tradicional de rancias menopáusicas, mujeres de capitostes.

Y de machuchos capitostes, del régimen que toca. 

Todo el mundo que puede, está presto a zambullirse en el cieno.

Mentira, cinismo e hipocresía, sobrevuelan como anuncios de destrucción de la sociedad que hoy conocemos, con sus modas brillantes, edificios resplandecientes y fachadas sociales magníficas.

Sepulcros blanqueados.

Encuentras personas limpias, pero no ámbitos limpios.

La honradez y honestidad son méritos muy personales, que en el mejor de los casos no se extienden más allá del ambiente familiar más íntimo, cuando la familia ha sido cultivada por manos delicadas.

En Roma o en Babilonia, también había corrupción, pero me da la impresión de que no era tan profunda, ni extendida, ni presumida, aunque sería igual de vil.

Aunque con menos recursos técnicos y farmacéuticos para envilecerse.

Esta sociedad, como aquellas, acabará en la ruina a medio plazo.

Creo que en su último suspiro todos, sin excepción, seremos conscientes de nuestras grandezas y de nuestras miserias.

Y el tiempo de ese suspiro valdrá más, para bien o para mal, que toda la vida que hayamos tenido.

Eso espero y no me preocupa, porque ya he muerto varias veces y llevo muerto en vida tanto tiempo, que lo que tenía que purgar, ya está purgado y si tenía algo que premiar, ya ha sido premiado.

En el fondo, ser insepulto, tiene sus ventajas.

 


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