Pasaba ayer por delante de un hotel de cinco estrellas. Es ésta una categoría de hotel caro, incluso de lujo. En la puerta, a modo de ordenanza para recibir a los clientes, había un joven de aspecto norteafricano, con pelo hirsuto, uniforme viejo y aspecto cansado. En un parterre de delante de la entrada, con ornamentación vegetal y gravilla decorativa, una joven con uniforme de servicio de habitaciones, arrancaba malas hierbas con la mano desnuda y sin cubrir la cabeza, a pesar de que hacía un sol de justicia.
Quizás una sola de estas escenas no me hubiera llamado la atención, pero las dos, frente a la misma puerta de un hotel de lujo, me hicieron meditar.
¿Qué malhadada idea de sociedad nos ha impuesto este socialismo bastardo que gobierna España? ¿Cómo puede ser tan cutre ese capitalismo socialista?
A un fulano que invierte en semejante negocio, ¿no le llega el dinero para un uniforme planchado, unos guantes y un sombrero? Sí que le llega el dinero, pero al parecer no le vale la pena despilfarrarlo en factor humano. Porque para él, el trabajador carece de dignidad.
Quizás sea mucho pretender apelar a la ética y a la justicia social. Pero al menos, es de libro que el trabajador contento rinde más. También lo es que la imagen hace negocio. Son lecciones que los ricos inteligentes tienen bien aprendidas. Pero muchos – no todos - de nuestros ricos no son inteligentes sino “listos”, son ricos del pelotazo. España es el país europeo con mayor porcentaje de ricos, pero estamos a la cola de las economías europeas. Puede el lector meditar sobre esta contradicción y acabará entendiendo como un hotel de cinco estrechas puede dar como primera imagen a sus clientes, a un joven desaliñado y aburrido y a una moza postrada bajo un sol de justicia.
No es malo ser rico, sólo es peligroso. No es malo si el camino ha sido recto. Es peligroso si el medio, la riqueza, se transforma en el fin.
Publicado en aragonliberal.es el 25.04.2008