ada
día, al abrir la página del navegador de la multinacional estadounidense Google,
me presenta una serie de noticias que dice me pueden interesar. No sé como
funcionan sus ecuaciones para que, de mi navegación, deduzca que me interesa
que la mujer de “el coleta” (no me acuerdo de su nombre), le haya puesto
cuernos y se quieran divorciar, o que una famosa haya enseñado un pecho. Lo que
sí me choca es que entre toda esa basura cada día me cuele más asuntos
relacionados con las disputas entre la Reina emérita y la mujer que está casada
con el Rey, y los enfrentamientos entre éste y su mujer y de ésta con el resto
de la Familia Real.
No
soy monárquico pero tengo sentido común, el suficiente como para saber que la
monarquía es una institución muy reglada y que ha sobrevivido pese a su
vetustez, gracias a esas reglas.
Y es
que el hoy Rey, empezó mal su reinado, eligiendo a su chorba en una fiestorra para braguetas calientes, organizada por un
casamentero profesional. Y de entre todas las asistentes fue a elegir con el
mejor tino; una mujer que a la vista de su trayectoria vital, muchos creen que
no tiene educación, moral ni escrúpulos.
Si
Felipito hubiera hecho caso a sus papás, otro gallo nos cantara. Pero es que no
le debieron enseñar que “con las cosas de comer no se juega”, ni que donde “tienes
la olla, no metas la pata”.
Parece
que hay mucho interés, incluso entre los amos de Google, para que esta institución
dure menos, en España, que un caramelo a la puerta de un colegio.
Y
para colmo ahora “el coletas” (¿cómo se llama...?) tiene acceso a los servicios
secretos españoles con todo lo que ello supone; utilizarlos y espolvorear la
basura que guardan.
A mi
me da igual, pues soy sordiburro. ¡Mientras no me dejen embarazado…!, para lo
que tendrían que darse prisa, pues pertenezco al colectivo que los racistas
catalanes tienen destinado a la eutanasia. ¡Mariquita el último!
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