sábado, 11 de abril de 2020

Semana Santa.







ace dos mil años, más o menos, Jesús de Nazaret fue crucificado y murió en la cruz. Hasta aquí todos de acuerdo. Creyentes y no creyentes. Bueno de acuerdo, todos los documentados, pues hay catetos y fanáticos (que son los catetos violentos) que todavía niegan la existencia histórica del personaje.

Los dos mil años también están documentados, pero en esos dos mil años ha habido cambios en calendario y hacen que la fecha exacta oscile, al igual obviamente que la hora. Pero el tiempo es único, independientemente de que lo midamos con mayor o menor exactitud.

Hoy, hace dos mil años un hombre llamado Jesús, yacía en una tumba nueva, recién muerto, tras una dura agonía que sufrió ayer. No estuve aquí ayer porque me había comprometido a acompañarle en su Pasión  desde otro foro. Hasta aquí todo bien, sin compromiso. Mañana viene lo controvertido. Hace dos mil años los suyos, al ir a seguir con las exequias, encontraron la tumba vacía. ¿Qué había pasado. ¿Jesús Había resucitado? ¿Habían robado su cuerpo? Aquí empieza el lío. Unos creen que resucitó, los creyentes, y otros creen que pasó cualquier cosa, pero que no resucitó. Los no creyentes.

Resucitar implica no sólo un poder sobrenatural, sino y más importante, que se cumplen las Escrituras milenarias que decían que un hombre llamado Jesús, Hijo de Dios, pasaría por todo lo que pasó, que moriría y al tercer día resucitaría. Hasta la muerte todo está documentado históricamente Las profecías. La vida y muerte de Jesús,…. Si Jesús pasa la prueba de fuego de la Resurrección, queda evidente que Jesús es el personaje de las profecías, es decir, que es Dios, con todo lo que entendemos por Dios.

Por eso ser creyente o no creyente implica mucho. Implica reconocer que lo que dijo Jesús durante su vida pública es fetén. La alternativa, es que fuera un mero predicador, un filósofo, o un profeta… La clave está en la Resurrección. ¡Que fácil sería todo si se hubiera gravado lo que pasó en la tumba! Pero no fue así porque no debía ser así. Toda la teología cristiana, basada en la esencia de la naturaleza humana, en el más contundente sentido común, exige que no fuera así. El hombre tiene un sugestivo camino, guiado por infinidad de indicios tangibles colocados en el tiempo por Dios, para llegar a ver de forma nítida lo que pasó, esa noche, en esa tumba.

Creyente y no creyente. ¿Buenos y malos? Para muchos, en las religiones sí, pero para los cristianos no. porque ser creyente implica cumplir con lo que Jesús predicó y predicó no juzgar. Para los cristianos sólo, creyentes y no creyentes, y a todos amor por igual, porque así nos lo predicó Jesús. Dios: Prudencia frente al mal en todas sus formas, firmeza hasta el martirio en las creencias, proclamación de la fe con el ejemplo hasta la extenuación, pero siempre amor.

Si crees que Jesús mañana resucitará, eres creyente con todas sus consecuencias, entre ellas y la mejor, la vida eterna junto a Jesús. ¿Quién decide si eres o no creyente? ¿Tú? No, es una decisión demasiado importante como para que quede en una mente tan limitada. El creer es una cuestión de fe y la fe es un don de Dios, es Dios quien decide si eres creyente o no, dándote ese don gratuito.

A mí no me lo ha dado, pero no me resigno y como soy un espíritu inquieto decidí en mi juventud desentrañar ese asunto. Hoy todavía me debato en la duda, pero tras décadas de estudio, oración y meditación, mi sentido común ha llegado a la conclusión que, a la espera de una mejor conclusión, tengo evidencias históricas y racionales como para poder afirmar que, efectivamente, Jesús es el Hijo de Dios que profetizaban  las Escrituras.

Ya sé que para un creyente de pedigrí eso es una tontería. Pero para mí, un pecador, enfermo, limitado y que no ha tenido ni tan siquiera los méritos necesarios como para que el buen Jesús le haya obsequiado con un grano de mostaza de fe, es suficiente. Lloré ayer con la muerte de Jesús y mañana seré feliz con su Resurrección.

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