Hola smartphone.
Llevamos cerca de un año juntos.
Viniste
para sustituir a mi querido Nokia porque la nueva compañía de
teléfonos no lo quería.
Pero
llevaba demasiados años con Nokia como para despacharlo porque
un tercero se interpusiese entre nosotros.
Hoy
sigue conmigo cumpliendo una función importante. Como la tuya, smartphone,
aunque debo reconocerte que tu función de teléfono móvil es la que menos uso y
menos me importa.
Contigo
he descubierto todos los inconvenientes de los teléfonos móviles; que si no hay
cobertura, que si no queda batería, que si no se escucha bien la voz...
En
fin un desastre si lo comparo con mi Nokia.
Pero
tienes una ventaja indiscutible, la posibilidad te comunicarme de manera
inmediata con personas con las que no me apetece hablar, pero a las que es
necesario decirles algo.
Con WhatsApp puedes
comunicarte utilizando cuatro palabras y nada de corazón.
Y si
aún eso te pesa demasiado, puedes utilizar una de esas cosas que llaman
emoticonos, qué es el recurso para que el más analfabestia pueda expresarse.
Yo
todavía no los he utilizado, pero dado mi proceso de decadencia, haré por
dominarlos a ver si consigo hacer de mi comunicación una hilera de emoticonos
que digan lo que pienso pero no siento.
El whatsapp tiene
además la gran ventaja de que te dice cuando tu interlocutor no quiere saber de
ti.
Y te
lo dice sin necesidad de que tu interlocutor te lo exprese explícitamente de
palabra o por escrito.
Simplemente
ha de ignorar tu mensaje, cosa que WhatsApp te lo muestra a
partir de unas marcas indican si tu mensaje ha sido recibido y si ha sido
abierto.
Si
ha sido recibido y no ha sido abierto, blanco y en botella.
No
sabes querido smartphone la de sorpresas que me he llevado con
esa formulita.
Sin
darse cuenta, algunas personas que se acercan a ti con sonrisa de oreja a
oreja, quedan retratadas como más falsas que un duro de madera, gracias a esas
opciones de WhatsApp
Pero
la gran ventaja que he encontrado en ti smartphone, es que puedo
dictarte y me transformas en escritura lo que te digo.
Eso
sí que es magnífico.
Porque
cada vez le cuesta más a mi mano hacer lo que el cerebro le manda. Le cuesta
por coordinación y por dolor.
Escribes
lo que te dicto, en cualquier lugar y en cualquier postura, bien sentado en el
prado disfrutando del paisaje, bien postrado en la cama disfrutando de la pared
qué tengo delante con cuadros que me apetecen.
Luego
sólo tengo que enviar lo que me has escrito, a tu amigo el ordenador, para
corregirlo con ayuda del ratón, pues en tu pantalla es una verdadera paliza manipular
lo que me has escrito. Pero ya inventarán algo para resolver este inconveniente.
Creo que incluso te puedo enviar lo escrito directamente al blog, pero eso es tomarnos ya demasiada confianza, ir demasiado rápido.
Y
cualquier relación necesita de su tiempo. Todo llegará.
Que
sí, que me eres útil y tienes tus grandes virtudes y te quiero aunque no haya
des desplazado a mí Nokia.
Ambos
sois buenos en lo vuestro.
A ti
te tengo además siempre pendiente para atenderme cuando nadie quiere oír lo que
tengo que decir, lo que ocurre demasiado a menudo, para no decir casi siempre.
No
sé si el colectivo de almas solitarias ha descubierto esta gran ventaja tuya.
Sin
duda cuando lo haga ganarás en popularidad e incluso quizás llegues a ser, un
bien de utilidad pública.
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