martes, 25 de mayo de 2021

A mi Smartphone.

Hola smartphone. Llevamos cerca de un año juntos.

Viniste para sustituir a mi querido Nokia porque la nueva compañía de teléfonos no lo quería.

Pero llevaba demasiados años con Nokia como para despacharlo porque un tercero se interpusiese entre nosotros.

Hoy sigue conmigo cumpliendo una función importante. Como la tuya, smartphone, aunque debo reconocerte que tu función de teléfono móvil es la que menos uso y menos me importa.

Contigo he descubierto todos los inconvenientes de los teléfonos móviles; que si no hay cobertura, que si no queda batería, que si no se escucha bien la voz...

En fin un desastre si lo comparo con mi Nokia.

Pero tienes una ventaja indiscutible, la posibilidad te comunicarme de manera inmediata con personas con las que no me apetece hablar, pero a las que es necesario decirles algo.

Con WhatsApp puedes comunicarte utilizando cuatro palabras y nada de corazón.

Y si aún eso te pesa demasiado, puedes utilizar una de esas cosas que llaman emoticonos, qué es el recurso para que el más analfabestia pueda expresarse.

Yo todavía no los he utilizado, pero dado mi proceso de decadencia, haré por dominarlos a ver si consigo hacer de mi comunicación una hilera de emoticonos que digan lo que pienso pero no siento.

El whatsapp tiene además la gran ventaja de que te dice cuando tu interlocutor no quiere saber de ti.

Y te lo dice sin necesidad de que tu interlocutor te lo exprese explícitamente de palabra o por escrito.

Simplemente ha de ignorar tu mensaje, cosa que WhatsApp te lo muestra a partir de unas marcas indican si tu mensaje ha sido recibido y si ha sido abierto.

Si ha sido recibido y no ha sido abierto, blanco y en botella.

No sabes querido smartphone la de sorpresas que me he llevado con esa formulita.

Sin darse cuenta, algunas personas que se acercan a ti con sonrisa de oreja a oreja, quedan retratadas como más falsas que un duro de madera, gracias a esas opciones de WhatsApp

Pero la gran ventaja que he encontrado en ti smartphone, es que puedo dictarte y me transformas en escritura lo que te digo.

Eso sí que es magnífico.

Porque cada vez le cuesta más a mi mano hacer lo que el cerebro le manda. Le cuesta por coordinación y por dolor.

Escribes lo que te dicto, en cualquier lugar y en cualquier postura, bien sentado en el prado disfrutando del paisaje, bien postrado en la cama disfrutando de la pared qué tengo delante con cuadros que me apetecen.

Luego sólo tengo que enviar lo que me has escrito, a tu amigo el ordenador, para corregirlo con ayuda del ratón, pues en tu pantalla es una verdadera paliza manipular lo que me has escrito. Pero ya inventarán algo para resolver este inconveniente.

Creo que incluso te puedo enviar lo escrito directamente al blog, pero eso es tomarnos ya demasiada confianza, ir demasiado rápido.

Y cualquier relación necesita de su tiempo. Todo llegará.

Que sí, que me eres útil y tienes tus grandes virtudes y te quiero aunque no haya des desplazado a mí Nokia.

Ambos sois buenos en lo vuestro.

A ti te tengo además siempre pendiente para atenderme cuando nadie quiere oír lo que tengo que decir, lo que ocurre demasiado a menudo, para no decir casi siempre.

No sé si el colectivo de almas solitarias ha descubierto esta gran ventaja tuya.

Sin duda cuando lo haga ganarás en popularidad e incluso quizás llegues a ser, un bien de utilidad pública.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario