sábado, 29 de mayo de 2021

El bien y el mal.

 

No creo que nadie tenga ganas de discutir la evidencia de que en el mundo existen el bien y el mal.

Ambas fuerzas conviven y están en constante enfrentamiento.

Por eso en el mundo pasan cosas buenas y malas, naturalmente al margen los eventos naturales y de los accidentes, que al quedar al margen de la voluntad, podríamos discutir su naturaleza.

Tanto el bien como el mal necesitan una acción que los provoque.

Sin considerar cuántas personas están haciendo el bien y el mal en cada momento, no cabe duda de que el mar está más extendido en la tierra que el bien

Hay más dolor que alegría, o por lo menos eso me parece a mí.

Quizá porque una acción dolorosa cunde y dura mas qué una acción beneficiosa.

No debería poner un ejemplo por qué es un clavo ardiendo al que agarrarse, pero lo veo necesario para explicarme.

Si doy de comer a un hambriento le quito el hambre y le hago feliz  a él ese día.

Luego el dulzor de esa buena acción le puede durar en su recuerdo muchos años, y transmitirlo. O no. Si se lo explica a otros puede despertarles alegría en el momento y quizás un comentario.

Pero si te diagnostican un cáncer, tienes dolor y sufrimiento para ti y para todo tu entorno próximo, toda la vida.

Una buena acción ha causado alegría momentánea a un pequeño núcleo y un diagnóstico ha acusado gran dolor, por mucho tiempo, a muchas personas.

A eso y no otra cosa me refería al decir que en el mundo hay más dolor que alegría.

Para una persona racional este espectáculo le llevaría no querer vivir pues estadísticamente las horas de dolor y sufrimiento son más que las horas de alegría.

Sin embargo está el puñetero instinto de conversación, que nos hace desear más una mala vida, que la muerte, siempre buena, porque el sufrimiento provoca tanto hastío, qué estás deseando irte.

Para los que pensamos así, la vida se resume en aguantar como puedas el día a día y buscar tu bien, procurando no hacer daño a los demás.

Las religiones no discuten esto, porque saben que es indiscutible.

Lo que hacen es poner el dolor en positivo y así suma más lo bueno que lo malo.

Pero eso no deja de ser un truco contable, pues la realidad es la que es.

Paradójicamente esto no quiere decir que haya más personas malas que buenas.

Pues si lo malo cunde más, es posible que haya muchas más personas buenas que malas, pero al ser más eficaz el mal, prevalecen las obras malas sobre las buenas.

Y luego hemos de tener en cuenta a los tibios, que se suman a los malos.

Las obras de los tibios al no ser ni buenas ni malas, no se notan.

Pero el mal tiene un sentido que ni las religiones ni las ideologías contemplan.

El mal es una anestesia para la muerte de los buenos.

Si los buenos son los que ven la vida con trascendencia, ver tanto mal en esta vida, les hace desear la futura.

Fíjate, lector, que no he citado las guerras.

Si las pongo en el tablero, entonces el desconcierto es tal, que hasta las religiones más solventes acaban clasificando el mal y el dolor, como un misterio.

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