Enseguida
me dijo; ¡ah entonces somos colegas! Capté el tono irónico, pero no me
desarmó.
Enseguida
le dije; no, no somos colegas, usted es un profesional del tema y estudió
para obtener un título con el que ganarse la vida. Yo no vivo ni pienso vivir
de eso. Estudio para aprender.
Luego
vino el, jiji jaja, pero las posiciones estaban fijadas.
Tenía
delante, a un profesional que se preciaba de sus conocimientos y me trataba
con paternalismo, pensando que no podré estar nunca a su altura.
Pero podía equivocase.
Porque hoy en día, con los medios de que disponemos, podemos
estudiar lo que nos apetezca, de las mejores fuentes.
En
mi época de estudiante universitario, si te tocaba un catedrático zoquete, debías soportarlo y más si querías que te aprobase para obtener el título.
Pero
hoy aprender es muy selectivo y puedes elegir lo mejor, de una amplia gama de
ofertas en el mercado docente.
Si
además no tienes el afán de superar un examen, se te abre un panorama de
conocimiento insondable.
Sí,
estoy estudiando teología, con la tranquilidad de quién no tiene que superar ningún
examen y con el bagaje de haber pasado más años que Carracuca, como discente y
docente en la universidad española.
Busco
en internet los mejores docentes, que son los más titulados en los centros de
más prestigio a los que puedo tener acceso.
Y estoy encontrando verdaderas joyas de la docencia, personas muy preparadas con buena capacidad para hacerse entender.
Llevo semanas dedicando dos horas diarias al estudio.
Estoy aprendiendo mucho.
Y recuerdo a mi interlocutor, crecido en su autoestima.
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