Hace tiempo que quería cambiar la imagen de portada,
no porque no me gustara la que había, que la elegí sin reservas en su momento,
sino porque quería algo más sencillo, más austero.
Pensé en dos palos cruzados, pero me pareció tan
austero como falto de vida.
Por fin, el pasado día de los fieles difuntos,
encontré en un cementerio esta cruz, sencilla, tumbada y fruto de la devoción
popular.
El símbolo de la cruz dignamente tumbada en el
suelo, recrea la humillación de la Pasión, de la entrega total del hijo del
hombre por la salvación de la humanidad.
Creo que la dejaré por un tiempo, para que quien
visite el blog recuerde lo humilde del amor.
Que ha de ser sin soberbia, sin orgullo, sin aderezo.
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