lunes, 4 de marzo de 2024

Suicidas.

 

Me sobraba decoración en el blog.

Por eso he quitado hasta la letra capital, que además me parecía hortera.

No la capital.

Sino la letra.

Vamos al tema de hoy.

Hay dos tipos de suicidas.

Los suicidas normales.

Y los suicidas canallas.

Perdóname lector la licencia de la palabra, pero no se merecen que utilice un término más suave.

Los suicidas normales, son los que acaban con su vida... por lo que sea.

Normalmente lo hacen en un momento de obcecación y si tuvieran tiempo de arrepentirse, estoy seguro de que en todos los casos lo harían.

Arrepentirse, claro.

Los otros no lo tengo tan claro.

Un terrorista suicida es sin duda alguna un tipo que encaja en el modelo dos:

También encaja en este modelo de suicida, el que se mete en un coche y se pone a circular en sentido contrario por una autopista

Encontraríamos más modelos y razas de esta fauna, pero quiero citar un modelo que creo que no se considera habitualmente.

Es el enajenado consciente, que debe medicarse y no lo hace.

Naturalmente, no entran en este concepto las personas que no son capaces de controlar esa gestión, aunque por error se le encomiende.

Me explico mal pero seguro que me entiendes, lector.

Porque quien tiene una enfermedad mental poco grave, siempre fastidiosa y tiene la capacidad reconocida por su médico de medicarse y no lo hace, se está suicidando.

A muy largo plazo, pero se está suicidando.

Además está fastidiando a los que conviven con él, teniendo que soportar sus estados de ánimo y chaladuras.

Valoro a mis lectores y sé que entienden a lo que me estoy refiriendo.

A este perfil es lo que llamo el suicida silencioso y cabroncete.

Hay más, pero por hoy lo dejo aquí.

Es que me he encontrado con ese caso y quería compartirlo contigo.

Por eso el sopetón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario