lunes, 19 de mayo de 2025

El porvenir de España.

 

En mi juventud oí un piropo, que alguien le dijo a una moza de ojos negros; tienes los ojos más negros que el porvenir de España. Entonces todavía no había llegado a España la basura woke.

Como no soy un mal nacido y en la sociedad española es donde he progresado personal e intelectualmente, estoy agradecido a mi sociedad. Pero esta sociedad ya no es la que era. Ha cambiado tanto, que me atrevería a decir que es una sociedad distinta, no una evolución de la anterior; ha asimilado valores diametralmente opuestos a la anterior.

Y a la vista de esto, me pregunto si tengo que estar agradecido también a esta burda réplica de lo que fue la sociedad española de mi juventud.

Creo que no, que son sociedades distintas, que inspiran afectos distintos y aspiran a objetivos distintos.

La cúpula social actual está podrida y no hay atisbo de que sus súbditos estén incómodos por ello. Ya no hay ciudadanos. La historia ha retrocedido.

Esta cúpula de poder se mantiene gracias a la voluntad de sus súbditos.

Por eso, como superviviente derrotado, no vencido, tras una vida de lucha contra el poder, he desarrollado una impermeabilidad emocional que me permite aislarme de la nueva España. de sus gentes y de sus costumbres. Sin dejar este goteo, testimonio de lucha.

Si una mayoría de la población quiere tener los políticos que tiene, que los tenga, pero quiero aislarme de ese mundo.

Es un mundo que, de seguir así, no tiene más futuro que el caos, ese momento en que las madres lloran a sus hijos muertos, porque cuando estaban vivos, les era más fácil aceptar el hiyab, que luchar por sus derechos.

No me despierta empatía.

Lo mismo me ocurre frente a una víctima de la dana valenciana, o uno de los damnificados por el volcán de La Palma, que lleva meses viviendo en miserables chabolas. Si no han tenido el valor de luchar por sus derechos en su momento, ¿por qué gimotear ahora, con sordina, suplicando unas subvenciones que ya son suyas?

¡Me traen el triste recuerdo de los sevillanos arrastrando la carroza del miserable felón, al grito de; ¡vivan las caenas!

¡Anda y que te ondulen con la permanén…!


 


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