Yo a mi ritmo. Losantos y Vidal se van de la COPE. Bueno, creo que los echan.
Se sabe oficialmente desde el domingo pasado (escribía esto el pasado 13 de mayo), pero estaba claro.
Oigo la COPE desde hace años. Ya escuchaba al añorado Antonio Herrero. No sólo a los Herreros, Losantos y Vidal, sino también oyente de la COPE en sus programas de Semana Santa, en el matutino de los domingos y, a veces (menos por poco gancho) el de los viernes por la noche. También los sábados por la mañana, porque durante unos años me afectó.
Escucho y me gusta Ignacio Villa. Su estilo es una mezcla de Losantos y Vidal, con menos erudición, o eso parece. Pero es valiente, más que los otros, pues su posición es menos sólida.
Y suelo sintonizar la emisora, si tengo la radio a mano, a la hora del Ángelus.
Esa es mi relación con la COPE.
Que la emisora prescinda de dos líderes de la comunicación, para colmo, al parecer, de moral íntegra, es para rumiarlo.
Y rumio que la COPE no es lo que dicen, una emisora comercial. Una emisora comercial no daría ese paso tan incierto.
Y rumio que la emisora no irá a mejor, pues a la profesionalidad de los dos afectados, se suma su gran cultura, cosa que parece disociada de la profesión periodística en general.
Y rumio que los beneficiados de ese previsible empeoramiento de la audiencia son los católicos anticatólicos, el gobierno socialista, los nacionalistas, los abortistas, los grupos de presión homosexuales,… y el nuevo PP, lo que hace de esa operación no comercial, una operación mediática del único grupo que puede unir a tan heterogénea panoplia de intereses contra la Iglesia: Creo que ese lugar común se llama masonería.
Y rumio que como consecuencia de lo anterior, la Iglesia Católica, en España, apagará un poco o un mucho su voz, precisamente ahora que se acabó la aportación gubernativa a sus arcas y que su financiación, la de la Iglesia, depende en una buena parte de la intensidad de su voz.
En fin, estoy hecho un rumiante, lo que me consuela, pues mi juicio será erróneo y eso es bueno, visto como rumio el futuro.
Machacado por el rodillo materialista desde hace demasiados lustros, el único consuelo mediático era oír una emisora fuerte que decía lo que yo también pensaba, en un leguaje moderno, argumentado y no mojigato. ¡Claro que hay buenas personas en la COPE!, pero para plantar cara al mundo hay que tener un no sé qué y un qué sé yo, que yo qué sé.
Probablemente seguiré escuchando a Losantos y a Vidal, pero me apenará oírles hablar desde otra trinchera. Bueno, si Losantos habla desde una televisión en la que en los intermedios se anuncian herramientas sexuales o teléfonos para contactos íntimos, no lo escucharé, aunque él sea muy formal. Si a Vidal le oigo frivolidades sobre la Iglesia Católica, tampoco lo oiré, auque él sea una persona amable y culta. Porque entonces estarán con los otros.
Mientras tanto, creo que la Iglesia Católica ha sacado buen provecho de esos dos informadores – también ellos de la Iglesia, lo que es justo – aunque paradójicamente uno no crea en Dios y otro no crea en la Iglesia. Y es que Dios, a veces, escribe recto con renglones torcidos.