En relación con el artículo anterior (“La Iglesia Católica y la Ciencia”), me preguntan: “¿Y la postura de la Iglesia Católica sobre el asunto de la evolución? Eso quedó sin responder”.
Lo he comentado ya varias veces en este blog, y lo comentaré cuantas veces me lo pregunten. Ahora bien, permítame el lector que resuma para no aburrirme redactando siempre lo mismo:
1. La verosímil teoría de la evolución – que es la de Darwin, pero con mil modificaciones y añadidos pues constantemente aparecen evidencias que obligan a modificar los argumentos evolucionistas – no está demostrada. Probablemente la realidad de nuestra historia geológica tendrá componentes del evolucionismo, pero nos sorprenderá con nuevas teorías.
2. Incluso la versión más radical de la teoría de la evolución, en nada afecta a la existencia o no de Dios. No es ese su cometido. La teoría de la evolución quiere demostrar el proceso biológico de la evolución de la vida, sin entrar en cual fue la razón última del origen de esa vida.
3. La Iglesia Católica está al margen de la teoría de la evolución. No es ese su cometido. La Iglesia cumple su cometido de divulgar la noticia de que Dios ha creado el mundo y que el hombre, en su faceta espiritual, está creado a imagen y semejanza de Dios. No entra en la posible evolución biológica de ese hombre o en su origen biológico.
4. El camelo del “caldo primigenio” en el que se generó vida de forma espontánea, incluso en su versión no incoherente si la tuviera, no sería tampoco incompatible con Dios. Lo que fuera que reaccionara en ese hipotético “caldo primigenio” para generar vida, debería llevar vida, pues no puede surgir algo de nada. Esa carga vital sería la creada por Dios.
La obsesión de los ateos de opereta en demostrar que Dios no existe, es una tara para la investigación. La falta de libertad y los prejuicios impiden el progreso. No conozco ningún conocimiento científico nacido de científicos ateos, hasta el punto de que los poderes mediáticos han tenido que inventar el ateísmo de personajes como Einstein, declarado creyente aunque sin “adscripción” a ninguna fe concreta. Sí conozco muchos científicos que han utilizado ciencia buena para desarrollar técnica mala. Por ejemplo, el mundo de la genética lo abrió – como vimos - un religioso y los conocimientos que se han derivado de sus descubrimientos han permitido avanzar a la Ciencia. Pero científicos sin capacidad creativa pero con oportunismo parásito, han utilizado los conocimientos de la genética para desarrollar técnicas que manipulan la vida, la trivializan y la destruyen. Otro ejemplo es la ciencia del átomo, que es tan útil y beneficiosa, pero a partir de la que científicos nazis desarrollaron técnicas para construir bombas, con el triste éxito que alcanzaron los americanos y que desde entonces tanto daño ha hecho y está haciendo.
La Ciencia de Dios y la del hombre siguen caminos distintos. No hay que buscar tres pies al gato. A la Iglesia Católica no puede asustarle la Ciencia, pues la Ciencia lleva a Dios y por eso, en la historia, la Iglesia ha sido cuna de Ciencia. El estudio y la búsqueda del conocimiento es esencia de la tradición judeocristiana. Por su parte, la Ciencia, a lo largo de la historia, ha mostrado su compatibilidad con la idea de Dios. Pero ni aquella ha buscado datos científicos, ni ésta ha pretendido desarrollar teología.
No es de extrañar que los que pretenden utilizar la Ciencia como arma contra Dios, sean personajillos sin más apoyo que el mediático, o “científicos” de tercera sin mayor mérito que el necesario para justificar las subvenciones de las que viven. Para los demás hombres de ciencia, para la Ciencia, Dios nunca ha sido un problema, al contrario, siempre acaba siendo una razón.