jueves, 22 de junio de 2023

No soy inmortal por los pelos.

 

Queridos hijos, me gustaría ser inmortal.

Hice oposiciones a ello, pero quedé el segundo.

Por eso cualquier día me dará un pasmo y os dejaré.

Lo siento por vosotros, que os quedaréis aquí teniendo que ganaros las lentejas de cada día.

Como llevo una vida peleando por sobrevivir, comprenderéis que no me asuste en absoluto ese futuro, el mío, salvo que lo malo que he hecho pese más que lo bueno, en cuyo caso sí es de preocupar.

Y puesto a preocuparme, me preocupa más el daño que he hecho por omisión, porque no sé cómo se contabiliza.

El de acción está claro …, tantos años y un día.

Pero, ¡y el de omisión?

Pero bueno, como soy propenso a enrollarme, sintetizaré diciéndoos que es fundamental para la felicidad el perdón y el olvido.

Bueno para la felicidad no lo sé, pero sí para la paz de espíritu, que es mucho más importante que la felicidad.

Probablemente conoceréis el proverbio español que dice que el dinero no hace la felicidad, pero contribuye a ella.

Es una soberana bobada.

Veo que los multimillonarios se mueren igual que los indigentes, pero que en ese trance tienen que estar pendientes de sus finanzas, mientras que el indigente se muere a pierna suelta.

Resumo. Perdón y olvido.

Olvido dentro de un orden. Sed prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas.

No os lo lamáis las heridas en estéril autocompasión, que eso es pobreza de espíritu y necesitáis un espíritu fuerte para seguir adelante.

A partir de aquí podéis razonar vosotros mismos, pues para eso habéis sido al colegio, cuando en el colegio se prendía algo de provecho.

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