Cuando era pequeño, conocí al recluta Sánchez, que
estaba de guardia en la puerta de un cuartel próximo a mi casa.
El primer día que se pasó en la puerta vigilando no
sabía qué, apareció una furgoneta con enseres.
Se paró y el conductor le preguntó; ¿oiga donde
ponemos esto?
El recluta Sánchez le señaló la pequeña tapia que
tenía al lado y les dijo; échenlo por ahí.
A los transportistas les extrañó, pero hicieron lo
que les indicaba la autoridad.
Al cabo, llegaron una furgoneta y una camioneta y
ocurrió lo mismo.
Pero al fin llegó camión frigorífico con material
perecedero.
Cuando el recluta Sánchez les dijo que lo echaran
por la tapia, además de extrañarles les alarmó.
Y fueron a buscar a su superior, que vino enseguida
y vio horrorizado como estaba todo volcado al otro lado de la tapia.
Encarándose con el recluta de Sánchez, el superior le
dijo; oiga, ¿qué está pasando aquí?
El recluta Sánchez, un poco bruto a pesar de su
apariencia, le dijo; no hago más que seguir lo que pone ahí, encima de la
puerta: Todo por la tapia.
Y es que el pobre recluta Sánchez, a pesar de su
tesis doctoral, no supo leer que el lema que había sobre las puertas de los
cuarteles, hasta hace relativamente poco era: Todo por la Patria.
El pobre Sánchez, además de analfabeto funcional,
era comunista y eso de la patria, no acaba de entender lo que podía ser.
En el partido le habían dado un panfleto, que ponía
muy claro: patria=facha.
Facha= todo el que no piensa como tú.
Eso era todo lo que sabía sobre la Patria.
Y de tapia, no sabía nada, pues no le habían dado
ningún panfleto.
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