Hace unos años, podría buscar la fecha exacta, pero me da pereza
hacerlo, una amiga me pidió que colaborara escribiendo artículos, en un
periódico o revista digital llamada Aragón liberal.
Al parecer era propiedad de una influyente
organización católica con la que un servidor no tenía ninguna relación.
No sé de cierto lo de la propiedad, pero no me
importa.
Colaboré, porque mi amiga me lo pidió.
Mi aportación era gratuita, con lo que los señores
del periódico rellenaban sus páginas a coste cero, al menos por mi parte.
En los comentarios a mis escritos, los lectores
publicaban cosas como qué bien, qué listo, qué guapo eres
y muchas otras lindezas.
En fin, los lectores estaban contentos con mis
aportaciones.
Todo marchó bien durante unos meses, pero un día en
un artículo en el que citaba a la policía nacional en una intervención
concreta, comenté que se habían comportado como mercenarios.
No soy de insulto fácil y el comentario venía a
cuento por un comportamiento excesivo de la policía con unos manifestantes
concretos.
Supe que el comentario no les había gustado, porque
a partir de ese momento cesaron todos los elogios de los lectores.
Seguía enviando artículos, pero cada vez me
publicaban menos y sin decirme nada, dejaron de publicarme.
Dejé de enviar.
Me pareció un detalle feo pero coherente con su autor.
Ni pedí explicaciones ni hice ningún comentario.
Un servidor sí que tiene modos y principios.
Estos días, a raíz de las concentraciones católicas
y de la derecha en España, contra el gobierno socialista y comunista de Pedro
Sánchez, todo ha cambiado.
Las brutales represiones de la policía nacional
contra manifestantes pacíficos, integrados fundamentalmente por ciudadanos normales, ancianos y jóvenes, la prensa católica y de la derecha, ha
pasado a calificar a la policía nacional, de una policía política comparándola con
la criminal policía republicana.
No leo Aragón liberal, pero imagino que ahora en sus
páginas, si todavía existen, se podría leer o se leerá, que la policía nacional
es una policía al servicio del poder es decir una policía mercenaria
Antes no pero ahora sí.
Esperaba que cualquier día me llamaran para pedirme
perdón por sus modos ladinos y para ofrecerme otra vez su plataforma.
Es un decir.
Esperaba esa llamada, no para decirles que no, sino
para decirles aquello tan odioso de; ya te lo dije.
Y es que un fanático no sirve para nada bueno.
No importa qué fanático, es irremediablemente un
pollino.
aunque a diferencia de este, el fanático no sirve para
acarrear bultos.
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