lunes, 11 de diciembre de 2023

Pensar demasiado.

 

Personas que creen conocerme y personas que me conocen a medias, me dicen que pienso demasiado.

No sé si es una forma elegante de decirme que estoy loco.

Y efectivamente debo estar algo loco, porque no conozco a nadie que esté cuerdo del todo.

Pero me temo que no es eso, si no que me lo dicen, porque busco respuestas a todo y eso no está bien. Especialmente para los que tienen las respuestas a todo, más que claras.

Porque, los que eso me dicen, son personas de acrisoladas creencias.

En efecto, pensar y buscar respuestas, es algo muy peligroso para quien cree que ya las tiene.

Le oía a Juan Manuel de Prada, que ha tiempo, la iglesia católica prohibía la oración personal.

El católico, cuando rezaba, debía atenerse al canon oficial de oraciones y no perderse por los cerros de Úbeda, dirigiéndose  a Dios como le sale del corazón.

Efectivamente, en estampas con oraciones al dorso pone; con licencia eclesiástica. No sé si se referiría también a eso.

Me parece algo demasiado, pero viniendo de quién viene, es muy probable que sea cierto.

En este sentido, me cuadra lo de que no hay que pensar demasiado, cuando viene de determinadas personas.

Efectivamente creo que pienso demasiado.

Pero no pienso al tun tun.

Pienso basándome en la sana doctrina dictada por autores a los que la verdad les ha hecho libres y son dignos de ser escuchados.

Y dicho esto, cabe plantearse, ¿qué es la verdad?

Pienso sobre ello y a medio pensar, siempre hay alguien que se me pone delante y me dice; ¡piensas demasiado!

A los que les respondo; pienso lo suficiente como para no ser una acémila como tú.

Respondo por lo bajo, en silencio, porque el pensar demasiado, me ha llevado a ser educado prudente y caritativo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario