Tengo un pacto personal de no escribir ni decir
sobre determinadas personas.
Pero esa auto censura intelectual, creo que me ha
sobrepasado, alcanzando extremos que se salen del pacto.
Hoy quiero hablar de la visión que tiene la Iglesia
Católica de Dios.
He vivido muchos años y creo que tengo una cierta
perspectiva de la evolución del pensamiento en mi entorno inmediato.
Probablemente me falten luces para analizarlo, pero
aún me quedan suficientes explicaderas para describirlo.
En mi infancia, adolescencia y juventud me
explicaron siempre, que Dios era un juez duro que observaba hasta nuestra
más oscura intimidad y que estaba siempre dispuesto al castigo por nuestros
malos actos.
Eso fue así hasta los años sesenta.
... O los setenta, o quizás más.
Pero un día, de la mañana a la noche, no tengo claro el momento, pero si la inflexión que fue rotunda, oí la frase:
Dios es amor.
Y cambió todo.
Dios pasó a ser el del Antiguo Testamento, a un cumbayá que quería mucho a sus hijos, pero que no los agobiaba.
Desde ese momento se escuchaba constantemente; Dios es amor.
Como si se quisiera compensar un mal hecho.
Y eso fue a más, a mucho más, hasta el día de hoy, en que m****** el último.
Antes lo malo era malo y todos sabíamos lo que era
malo y no mirábamos hacia otro lado
Aceptábamos la culpa y cada uno, según sus
entendederas, buscaba sus atenuantes para auto justificarse.
Desde que Dios es amor, ya no existe el pecado, sino
los actos desordenados que son más o menos desordenados según enjuicia no sabes
bien quién.
Si quieres un juicio benévolo, busca un cura progre y
si quieres una valoración más exacta de tu acto desordenado, léete los miles de
artículos del catecismo y quizás llegues a alguna conclusión.
En cuestión de juicio moral ya no puedes fiarte ni
de la madre que te parió.
A veces me pregunto si no prefiero más al Dios
implacable que tiene las cosas claras o a este dios que es amor, con el que no
sabes a tenerte.
No lo sabes ni tú, ni sus representantes vivos en la
Tierra.
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