Poco me parece para tantos bebedores, pero el tema
tiene su enjundia.
Un cincuenta por ciento de la población catalana no
quiere ser española y dice odiar a España.
Y cuando tienen sed, todos los españoles odiados, han
de pagar de sus bolsillos el agua para sus odiadores.
Se podría decir que el presidente del gobierno
español es muy caritativo.
Se podría decir, pero estaría mal dicho, porque la
caridad se hace con el dinero de uno, no con el dinero de los demás.
Pero para más inri, el presidente del gobierno no
actúa así por caridad o por solidaridad, si no cediendo al chantaje de una
minoría parlamentaria catalana, que ofrece como contrapartida su voto, para que
el presidente y su banda pueda seguir gobernando en España.
Ni caridad ni solidaridad sino trilerismo
político.
Menuda diferencia hay entre interpretar los hechos
por sus apariencias o por sus realidades.
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