Cada día aparecen en la prensa de todos los colores
del espectro político español, pruebas incriminatorias que implican de
corrupción al gobierno de la nación y a muchos de sus familiares.
Pueden haber noticias malintencionadas en alguno de
esos medios, pero es muy difícil llegar a creer que todo es mentira y que
no hay nada.
Al contrario, es más lógico creer que todo es verdad
y que se queda corto.
Pero nada se cuece sin un ambiente adecuado.
Y España tiene el ambiente adecuado para que se
cueza la corrupción.
Es penoso, pero también es evidente.
Y resulta evidente ese ambiente de corrupción.
Cada día salen nuevas evidencias, que se van dilatando y
acumulando en el tiempo, sin que aparezca ninguna reacción de ninguno de los
poderes fácticos que pudieran tenerla.
Y si nadie reacciona, estando todos al corriente del
ambiente sociológico, es que entienden, por las encuestas que los tienen al día,
que de nada serviría reaccionar y que incluso podría ser contraproducente
hacerlo.
Contraproducente para las economías e intereses de
esos poderes fácticos.
A mí particularmente no me importa, porque la
vida es corta y creo que la historia se encargará de poner las cosas en su
lugar.
Y si no es la historia, será la Providencia.
Y si no es la Providencia, será el karma.
Y si no es el karma, será el primo de zumosol.
Porque el corto plazo lo aguanta todo.
Pero el largo plazo, sólo aguanta, lo coherente.
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