Harto de errar, he decidido asentarme como eremita, en un sitio fijo.
Tras tomar la decisión, me costó encontrar el sitio,
hasta que se me encendió la bombilla.
Tenía unas fuertes acotaciones para decidirme, pero
han caído como los muros de Jericó.
Buscando precio, he encontrado un ático con vistas
al mar en el horizonte.
Creo que es el mar, porque es muy horizontal y es azul.
Literalmente, una línea.
Está en el fin del mundo. Tierra adentro, a levante
del río Llobregat.
En transporte público a más de dos horas y media de
Barcelona, por los transbordos y la escasa frecuencia de los medios públicos.
No es un lugar frondoso, más bien lo contrario y
rotulado para ser urbanizado, pero con poco éxito de ventas, por lo que solo
hay nativos.
Y pocos.
A distancia razonable en bicicleta, hay una farmacia
y una tienda de ultramarinos.
Si sobrevivo, iré contando.
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