A Nemesio. En la mañana del viernes 7 de marzo de 2025.
Debo estar chocheando, porque me ha dado otra vez
por escribir sobre un tema no práctico. ¡Vamos en divagar!
Como llevo un par de días tratando sobre temas
trascendentes, por un momento he pensado que estaba perdiendo el tiempo, y he
decidido bajar a lo terrenal.
Una bola de bolos, todo el mundo sabe lo que es y por
ello, cree en los bolos: Porque o bien juega a los bolos o ha visto jugar a los
bolos o los creyentes más fanáticos, porque les ha caído un bolo sobre el pie.
En fin, que nadie duda de los bolos, que por cierto
tienen mil acepciones, algunas sorprendentes, que puedes conocer buscando la
palabra bolo en el diccionario.
Sin embargo, eso de Dios es algo que no se ve, que
no se toca, que no huele y que si le insultas no te rompe la cara. Bueno quizás
sí, pero a tan largo plazo que es probable que no relaciones la causa con el
efecto.
A un lerdo le hablas de Dios y te pregunta; ¿cualo? Porque en su puñetera vida se ha planteado
perder el tiempo pensando en algo intangible.
Y nuestro mundo contemporáneo está lleno de lerdos a
secas o lerdos ilustrados, que son peores.
Por eso, para hablar de Dios hay que utilizar
técnicas que despisten al lerdo, de manera que le obliguen a pensar sin
quererlo y sin darse cuenta.
Hay técnicas groseras y técnicas sutiles.
Creo que ya he comentado en el blog que en la España
de la república comunista y de la guerra civil, se les decía a los niños; pedid
caramelos a Dios y pedid caramelos a Stalin.
Cuando se los pedían a Dios, no tenían caramelos.
Pero cuando se los pedían a Stalin, un camarada les
traía caramelos. La conclusión para los niños era obvia; Dios no existe y
Stalin sí.
Esa es una técnica grosera, propia de mentes
elementales y criminales: Una persona normal, no psicopática, no debería
recurrir a ellas.
Pero sí es lícito y honrado recurrir a técnicas que
lleven a una conclusión mostrando no el objeto invisible, si no los efectos
visibles y tangibles de eso invisible e intangible.
¿Y qué es eso me dirás; en qué consiste eso?
Pues en que eso que llamamos Dios y que no vemos y
sobre todo, que no comprendemos porque trasciende a nuestros entendederas, se
puede conocer discriminando sus efectos.
El primero y más evidente es el universo: Alguien lo
ha creado. De eso la ciencia nunca ha tenido duda. A ese alguien o algo es a lo
que llamamos Dios.
Puedes decirme ese ejemplo no me sirve por qué; es
muy grande y yo vivo mi día a día a lo pequeño. No me calientes la cabeza.
No te la quiero calentar solo estaba poniéndote en
situación.
Si tú tienes bien asumido que el universo es la obra
inteligente de un tercero, solo tienes que meter a ese tercero en tu vida y ver
qué pasa.
¿Como metes a ese tercero en tu vida?
Te decía el otro día que en el lote de la creación
va incluida la ley natural que rige el Universo pues de otra forma sería un
caos.
Asumir la existencia de ese creador es asumir la ley
natural.
No te será difícil, pues para eso eres un ser
racional; si los irracionales la siguen, sería triste que tú siendo racional
fueras incapaz de conocerla y seguirla.
Hoy ya me enrollado demasiado.
Si puedo mañana seguiré comentando las consecuencias
de seguir esa ley natural que nos lleva a la experiencia tangible de la
existencia de ese Dios intangible e incomprensible, en una primera instancia.
Lo dejo por hoy.
No tengo claro si estoy cansado o si temo cansarte a
ti.
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