El que en España, nación tan aficionada al buen vino, el saber popular reconozca que algo tiene el agua cuando la bendicen, deja claro que el español será lo que sea, pero no es tonto. A la hora de la verdad, lo que mejor fluye es el agua.
La crisis económica que estamos viviendo sirve, al menos, para aclarar ideas:
El gobierno y sus amigos y aliados están gastando lo que no está escrito en tunearse los coches oficiales, en redecorarse despachos, en viajar como cosacos, en financiar secretamente a banqueros y a capitalistas inmobiliarios… Al tiempo y para colmo, están racaneando la devolución de la renta, trasteando con los subsidios de paro y amagando, a dúo con la oposición, la bajada de las pensiones y del paro.
Los banqueros – que están recibiendo del gobierno, en secreto, fondos públicos y exenciones fiscales para que no decaigan sus beneficios multimillonarios -, aprietan el cuello de los infelices que se han hipotecado con ellos y están dejando en la calle cada día a más familias, familias que paradójicamente les financian con sus impuestos, que el gobierno desvía hacia esos banqueros.
La Iglesia - tachada de reaccionaria y peligrosa por el gobierno y por los medios financiados por la banca y por algunos millonarios españoles -, ha renunciado a financiarse de los presupuestos públicos y se dedica, además de toda su ingente labor espiritual y social, a dar de comer a quienes no tienen qué llevarse a la boca a causa de la crisis. Para que la Iglesia te dé de comer, no has de ser católico, ni rellenar ningún impreso, ni justificar nada… sólo has de tener hambre.
¿Cuál es la conclusión? Que aquí la única de fiar es la Iglesia católica. Todo lo demás es demagogia y estafa.
Si tienes hambre, ni Zapatero, ni Montilla, ni Botín… Iglesia católica. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.