Para celebrar el fin de año he actualizado unas notas que escribí el día 3 de octubre de 1996, a las que he colocado este prólogo y un epílogo y poca cosa más, y que me vienen al paso con lo del atentado terrorista de hoy y con todos los comediantes de la farsa política que imagino habrán reiterado su numerito vacío y manido, que es secuela de todo atentado. A ellos les dedico estas líneas.
No hay sitio donde se mire que no se vea algo disonante, absurdo, inconsecuente, irregular, discordante y, a veces, cruel. Y lo primero que uno se pregunta, es si todo eso está mal aposta o es consecuencia de la incompetencia de los gobernantes.
Más parece eso último, la incompetencia de los gobernantes, pero si aceptamos que quienes nos gobiernan son especialmente imbéciles, hemos de creer en una selección natural del estúpido en el ámbito de la política, una selección natural que hace progresar a los más menos y hace evitar la política a las personas honradas e íntegras. Como alternativa, podemos pensar en unos poderes fácticos que colocan al más tonto e inmoral donde más se manda, para manejarlo todo a su antojo manipulando al tonto.
¿No cabe como alternativa la posibilidad de que la estupidez de los gobernantes sea sólo la puesta en evidencia de una estupidez congénita de toda la sociedad de dónde salen esos gobernantes? Eso exigiría que la totalidad de la sociedad española fuera estúpida, cuando tan sólo la mitad vota a los socialistas o nacionalistas y, aún dentro de estos, hay personas listas.
Sin duda funciona la selección natural a la que coadyuva los poderes fácticos. Por eso, habiendo “buenos” sólo llegan los “malos”. Que llegan los tontos justifica esas situaciones de astracán que ponen en evidencia a los políticos incluso frente a la población más elemental intelectualmente, situaciones que sin duda disgustan a los poderes fácticos y que se generan cuando uno de los politiquillos de primera línea se pone a hacer monerías imprevistas sacadas de su propia cosecha.
Es frecuente que esas situaciones disonantes y absurdas fabricadas por los políticos, no se refieran sólo a temas trascendentes, sino que las vemos también en asuntos relacionados con el comportamiento más trivial o banal, asuntos como gastarse dinerales en decorar el propio despacho, tunearse el coche oficial o acondicionar una vivienda oficial como nido de encuentro para relaciones espurias.
Es entonces cuando verdaderamente se radiografía la situación; no puede salir bondad, sensatez y moderación de dónde no la hay, no puede haber buenos gobernantes en una sociedad mayoritariamente corrupta y no pueden existir buenas directrices con unos poderes fácticos miserables. Las personas cabales no tienen hoy lugar en la política, porque quien dirige la política no es cabal. Eso no es bueno, pero es una realidad evidente. No es bueno, pero tampoco es inevitable.
Nada cambiará en ese sentido en 2009, pero el nuevo año nos trae una buena noticia y una incertidumbre; la buena noticia es que no hay mal ni bien que cien años dure, por lo que a los “malos” les queda un año menos. La incertidumbre es lo que saldrá a corto plazo de la situación entre el moralmente maltrecho Occidente y el arrebolado Islam. Creo que 2009 va a ser un año que hará historia en lo que se refiere al equilibrio de poderes en el mundo.
Que Dios nos coja confesados.