A raíz de incluir comentarios de los lectores en un artículo de este blog (“Aguirre y Blanco”, 29 de noviembre de 2008), alguien me ha comentado, extrañado, el que no deje incluir esos comentarios en todos los artículos del blog. Es una extrañeza sin fundamento.
¿Ha leído, lector, los comentarios de otros blogs? A veces me entretengo en eso, en repasar comentarios a artículos que previamente he leído; la inmensa mayoría de los comentarios son intervenciones vacías, tópicas, de redacción fatal y en ocasiones groseras y crueles, para colmo algunas veces no tiene ni que ver – o sólo marginalmente - con el artículo comentado. Los “comentaristas” de aragonliberal.es son de una corrección atípica, por eso me animé a incluirlos. Sin duda habrá más medios con lectores prudentes, pero no los conozco y no es lo normal.
Me da la impresión de que en esas abundantes intervenciones desafortunadas, el comentarista es incapaz de organizar cuatro ideas y escribirlas con coherencia en un artículo, y su alternativa es juntar unos lugares comunes que articula en su cerebrito al leer el titular de un artículo y que luego estampa en él como comentario. Estoy seguro de que muchas veces el interfecto ni lee el contenido completo de artículo que comenta. Naturalmente, insisto, un porcentaje de “comentaristas” escapa a este perfil general que con juicio tan subjetivo describo.
Por eso no doy aquí opción a comentarios. Estoy convencido de que la mayor parte de mis lectores entran puntualmente por error o por curiosidad, por lo que con mi medida de reprimir los comentarios evito que su aburrimiento se ensañe con mi tiempo. Sin duda habrá alguna excepción y pierdo la ocasión única de conocer a una persona interesante… pero estoy tan hecho a perder ocasiones, que no viene de una.