viernes, 9 de mayo de 2008

Un muerto diferente

Quien haya seguido, aunque sea por encima, mis opiniones, entenderá que no soy un iconoclasta, ni un pasota, ni un radical. Pero, desde el respeto que se merece cualquier persona que nos deja, debo exteriorizar mi desacuerdo por toda esa historia de la muerte del ex presidente Calvo Sotelo, que Dios tenga en su gloria.

Seré breve pues cada palabra puede llevar a un malentendido en asunto tan espinoso como es el de los muertos. Y no se trata de eso, sino de dar un contrapunto de sensatez.

Calvo Sotelo era miembro de una rica familia de la oligarquía española, saga que lleva en esto de la política desde hace generaciones. Menos arruinarse sirviendo al prójimo, habrán pasado por todo. También por tragedias, pero ya se sabe, los duelos con pan son menos. ¿No podían los poderosos morirse sin tanto ruido, como cualquier hijo de vecino? Me dirán; “¡es que fue presidente de España!”. Y yo les diré, ¡pues no habría candidatos para esa lotería! Y aún, si fuera de extracción gris como el Felipe, tendría un mérito, pero que en la rifa entre ricos le toque la presidencia a uno de ellos, pues no es como para sacar mucho pecho.

La derecha y la izquierda han asistido a las honras fúnebres compitiendo en halagos sobre el fallecido. Conociendo a unos y otros, todo me cuadra. Un acto de poderosos, para poderosos, entre poderosos. Mientras, España sigue sangrando por los abortos, por los parados, por los inmigrantes, por la incultura… pero en el palacio, los ricos condecoran a los ricos, auto complaciéndose de lo sacrificado que es ser rico.

Lo voy llevando mejor, pero todavía no puedo evitar que cada vez que me restriegan por la cara que se casa, nace o se muere un rico, se me revuelva el estómago.

Publicado en aragonliberal.es, el 5 de mayo de 2008.