Con un canto en los dientes nos tendríamos que dar si España caminara de lado, como los cangrejos, que no para atrás. Porque lo que hace España es caminar hacia lo más oscuro de su historia.
Leo en un diario digital que los nacionalistas radicales catalanes han escrito un nuevo himno. Y el diario da la letra. Cuando la leo me vienen a la cabeza letras de canciones e himnos políticos de los años treinta. ¡Banderas!, ¡en pie!, ¡a las armas!, ¡libertad!... ¡suena tan a rancio! Respiro tranquilo; cuando a una ideología se le ocurren himnos, o es que está en el poder y se recrea, o es que está en sus últimas y agota los recursos sensibleros para “mover a las masas”.
El nacionalismo radical catalán está en sus últimas, lo que no quiere decir que no hará daño antes de fenecer. En esta última “diada” hemos visto lo que es ese nacionalismo; unos desaprensivos que cantan a un Casanovas que murió de viejo en plena opulencia burguesa y al que presentan como víctima en el fragor de la batalla de una guerra de independencia que no existió, y a una bandera que no es ni significa lo que ellos con mala intención interpretan. Mentira sobre mentira.
No fui realmente consciente de este engaño, hasta que no vi en la televisión primeros planos de unos políticos malintencionados o ignorantes, cantando con rictus emocionado a un héroe falso y a su versión de una bandera .
Toda esa caterva de socialistas y nacionalistas, esa izquierda apolillada y tan limitada intelectualmente, está llevando a España hacia lo más oscuro de su historia. España no evoluciona, “involuciona”, que es una palabra que ni tan siquiera existe porque describe una situación inverosímil. No sólo nos quieren llevar a lo peor de nuestra historia, sino que lo quieren hacer incorporando el abstruso bagaje de las maldades que han aprendido gracias a la ciencia moderna.
Cataluña suena a risa y escarnio en boca de los que viven del nacionalismo radical. Por eso los catalanes no han hecho acto de presencia en la “diada”. Hay demasiada historia, demasiado sudor, demasiado trabajo honrado en la historia de Cataluña, como para que se ensucie relacionándola con el odio, la represión y la demagogia.
No debemos permitir que España se vea arrastrada por esos vividores del nacionalismo radical, ni por los que les jalean y adulan desde el gobierno central. Como los catalanes, debemos dar todos la espalda a los feriantes del racismo nacionalista y enviarlos donde de forma tan efusiva el “gorila rojo” envió, hace unos días, a los norteamericanos, salvando la enorme distancia que hay entre el carcomido nacionalismo español y el noble pueblo norteamericano.