No nos vamos a engañar; el presidente español Zapatero tiene carencia por el Islam. No es de extrañar, debe estar harto de su mujer y eso del Islam le suena a liberación.
He oído por la radio a Zapatero hablando en Turquía, con gran efusión, del Islam. Su subconsciente le debe traicionar, pues como en su casa la lista es la mujer y el soberbio él, el único recurso que le queda para airearse de manera que su costilla no le castigue, es eso de la alianza de las civilizaciones. A Zapatero le encanta el Islam. De hecho, sólo en esa fantasía puede manejar a su aire a su mujer e incluso, si le apetece, darle unos capones.
A mí no me gusta el Islam. O me gusta a medias. Me sobran la guerra santa y el desprecio a la mujer. Pero la doctrina es como las lentejas. A Zapatero parece que ya le está bien.
Para un musulmán las alternativas a la conversión al Islam son la esclavitud o la muerte. La alternativa al abandono del Islam, la muerte. No me convence. A Zapatero parece que sí.
Cuando en su día el califa musulmán mandó quemar la biblioteca de Alejandría, su argumento fue contundente: “Si los libros contienen la misma doctrina del Corán, no sirven para nada porque repiten; si los libros no están de acuerdo con la doctrina del Corán, no tiene caso conservarlos”. Y quemó la biblioteca más importante del mundo. Yo no lo hubiera hecho. A Zapatero no debe importarle… de hecho él hizo lo que pudo en ese sentido con el Archivo de Simancas.
Pero concretando en el mundo turco, el gobierno de Turquía es laico, aunque permite la práctica pública del culto musulmán, si bien prohíbe la práctica pública del cristianismo y cualquier otra confesión. En Turquía se han asesinado últimamente a religiosos católicos y muy recientemente fue asesinado un obispo católico. Eso le gusta a Zapatero – el gobierno laico – por eso va a un país con gobierno laico… ¡a celebrar el ramadán con el jefe de ese gobierno laico! Para el que lo desconozca, el ramadán es una práctica religiosa musulmana. ¡Que coherente eres, Zapatero!, transparente como un niño.
Turquía tiene mucho que enseñar a Zapatero y sus muchachos. Cuando hace mil años los musulmanes ocuparon Constantinopla, se encontraron con la inmensa catedral cristiana de Santa Sofía. Con unos “grafitis” y unas torres la convirtieron en mezquita. Luego la intentaron copiar con sus mejores medios técnicos y humanos pero fracasaron en la Mezquita Azul. Hoy muestran a los turistas ambas y para dar puntos a la inferior mezquita sobre la grandiosa catedral, han levantado en la nave central de Santa Sofía un andamio para “reparar” la cúpula. El andamio se levantó ¡hace quince años! y no hay visos de que se vaya a sacar; de esta forma, se pierde la perspectiva en el interior de Santa Sofía, que queda aparentemente disminuida frente a su mala copia. Eso son los turcos musulmanes… ¡pillines!
En los mil años mal contados del dominio musulmán de unas tierras con gran tradición para el cristianismo – allí empezó la tarea de cristianización de San Pablo – los musulmanes se han encargado de machacar todo vestigio cristiano. Sólo hoy, que han visto que eso de las ruinas y los peregrinajes dejan dinero del turismo y que han de presentar su cara buena para intentar entrar en la comunidad europea, se han frenado en su afán iconoclasta. La cínica estrategia de la piel de oveja con alma de lobo. No en vano apodan “bambi” al “rojo feminista”, como se autodenomina Zapatero.
En fin, Dios los cría y ellos se juntan. Zapatero y Erdogan, tal para cual. Dos laicos celebrando el ramadán. Y la Sónsoles de carabina, no sea que eso del Islam cuaje en su marido y le coloque el velo para siempre, de verdad, no sólo para la foto.