martes, 17 de junio de 2008

Huelgas y sociedad

Esto de las huelgas es un verdadero lío, como lo es todo en esta democracia que tenemos en España. No tengo claro cómo funcionan en otros países europeos. ¿Por qué digo esto? Por lo siguiente.

A pesar de las apariencias, nuestra economía no es libre, sino intervenida por el estado y ese control no es pequeño. Que piense el lector en los precios agrícolas, en los de la pesca, en el del petróleo, en las instituciones bancarias… en fin, no me extenderé en algo evidente.

En notables ámbitos no intervenidos por el estado, existe lo que conocemos como oligopolio de oferta. Es decir, la oferta está en manos de unas pocas empresas… que se suelen poner de acuerdo para fijar los precios. Piense el lector en el mercado de la electricidad, en el de la telefonía… Hay organismos oficiales que deberían evitar esa práctica sobre los precios, pero están permanentemente en Babia, quizás porque sus directivos están hermanados con el poder gubernativo y éste a su vez con los grandes capitalistas de los oligopolios. Dejo al lector cavilar sobre esta situación tan evidente.

Ante semejante situación, buena parte de la economía vive gracias a la picaresca, a los vacíos legales y a la vista gorda del poder gubernativo que mira a otra parte por muchos motivos, todos injustificables. Piense el lector la razón de que los andamios de las obras o los campos estén tan concurridos con inmigrantes sin papeles, cobrando en dinero negro salarios de hambre. ¿No tiene el gobierno suficiente poder como para evitar situaciones tan evidentes?

Y fiscalizando todo este embrollo aparecen los sindicatos, unos sindicatos frente a los que los sindicatos verticales de los años de Franco eran unos entes revolucionarios. Jamás he visto tanta docilidad, servilismo y sumisión como el de los sindicatos de la España de hoy, en los que ocupar un cargo es algo así como conseguir una notaría,… no, mejor que eso, pues el notario ha de trabajar y tiene unas responsabilidades.

En ese panorama económico, de repente, a un grupo de trabajadores, se le hinchan las narices y organiza una huelga, que pone en peligro ¿el qué? No pone en peligro al ciudadano, que sufrirá unas molestias puntuales. Pone en peligro al gobierno, a los grandes empresarios, a los sindicatos, en definitiva, al poder. El peligro del poder es quedar en evidencia. Pero ese poder no puede reprimir la huelga, pues se edifica sobre ese tinglado confuso que llama libertad, aunque es verdad que no especifica de quién. Por lo tanto, debe permitir la huelga.

Si la huelga fracasa, ¡es un triunfo! Son cuatro desgarramantas que se quejan de vicio, pues todo es maravilloso en este paraíso laicista de la libertad. Pero si la huelga triunfa, ¡es un fracaso! Hay que hundir su popularidad y hacerla fracasar.

La huelga del transporte de estos días es de libro. En teoría los huelguistas no tienen razón, pues el mercado es libre y muy competitivo. Que se ajusten a la situación como lo hacemos todos. Pero en la práctica su situación es muy comprometida, pues su beneficio está condicionado al precio del combustible, que no se forma en el mercado, sino en los despachos del gobierno. Y ese precio es fruto de determinantes internacionales y de la obsoleta estructura de las refinerías españolas. También es muy importante la nefasta estructura del sector del transporte en España y la competencia desleal de los grandes capitalistas del sector (precios por debajo del coste, contratación irregular de inmigrantes…), de lo que tiene la culpa el gobierno. Es decir, los huelguistas sí tienen razón. Esto se complica.

Para colmo, la situación es tan evidentemente injusta que se suman pescadores y taxistas. Y la gente, aunque fastidiada, no deja de darse cuenta de que los camioneros también comen y que se encuentran en una situación de paulatino deterioro de sus economías domésticas, proceso del que no pueden salir aunque trabajen y, lo que es más absurdo, cuanto más trabajen más se arruinarán, pues los costes fijos artificiales les comen los salarios.

Esta huelga es peligrosa para el gobierno, pues pone en peligro el sistema al evidenciar sus vicios. Hay que atajarla y toda la prensa se pone en ello, aunque con mano izquierda.

Todos los telediarios, informativos y programas en los que pueda entrar el tema con calzador, se llenan de imágenes de estanterías vacías en grandes áreas, de carteles de “no hay gasolina”, de ciudadanos diciendo que en su “super” se ha agotado la leche… en fin, un drama que ninguno hemos vivido, pero que la tele nos hace vivir. Yo mismo, en esta huelga de transporte, he pasado hambre… bueno, no, pero la tele me ha dicho que sí.

Luego los colapsos. España paralizada por la huelga. “Por un perro que maté, mataperros me llamaron”. Nos tragamos el mismo colapso, telediario tras telediario, cadena tras cadena, día tras día… lo que cunde un colapso. Me han fastidiado bastante, pero no ha sido lo que la TV nos ha querido dar a entender. Ha sido, lo que ha sido.

Mientras, el gobierno deja hacer. ¡Qué bondad la de los policías razonando con los camioneros! Pero, de repente, los camioneros que han alcanzado el éxito sin un mal gesto, se vuelven malos, pero que muy malos… incluso malísimos. Queman a un compañero, incendian camiones… ¿qué ha pasado de repente? ¿Son los huelguistas malos? ¡Claro que sí! Fulanito, el violador y criminal, es tratado como “presunto” durante los diez años que dura su juicio. ¡Pero el camión lo han quemado los piquetes de huelga! ¡No hay duda, no hay presuntos! Y entonces vemos a los policías buenos y pacientes, armados de santa ira, apalizar en medio de la calle a trabajadores cincuentones y sexagenarios. No vemos cómo ha empezado todo, pero sabemos que esos criminales piquetistas, quemadores de camiones, se han enfrentado a la pacífica policía ¡Dadles duro!, animan los televidentes, que ya están a punto de caramelo para aplaudir esa violencia. Los medios, como los bombardeos antes del asalto, han pasado tres días machacando las mentes de la ciudadanía y cuando estas mentes ya están domeñadas, el asalto final de las tropas de choque.

Cuando todo está bajo control, aparece nuestro sumo gobernante, con la risa floja, diciendo que no pasa nada y que todo esto le da risa, aunque sea un asunto muy serio, dice. Y se ríe en directo en una rueda de prensa… y la prensa se ríe con él. He tenido estómago para ver el video, e incluso hacer “replay”. Esta democracia nos curte.

Y ahora, ya con todo bajo control, discutimos si se han de prohibir los piquetes, si se han de prohibir las huelgas, qué malos son los huelguistas…
No entraré en la discusión. Sólo pido al lector que piense; cuando en la cesta de las manzanas le empiezan a aparecer gusanos, qué debe hacer ¿matar a los gusanos?, ¿prohibirles que aparezcan? ¿o sanear el cesto de manzanas?

Publicado en aragonliberal.es, el 13 de junio de 2008.