Ya te he hablado por lo menos en otra ocasión, si no en más, amable lector, de mi querido amigo, el buen Nemesio.
No es un nombre común ese de
Nemesio, pues ni el corrector de Word me lo sabe escribir bien, pero es un
nombre tradicional español, creo que extremeño. A mí me gusta y que además
conjuga muy bien con su apellido que también me gusta y que no pongo por
discreción.
Bien. Volviendo a mi amigo Nemesio,
debo decirte que está casado con una mujer con la que discutían muy a menudo.
Demasiado.
No porque no estuvieran de
acuerdo en asuntos de fondo por razones consistentes, sino porque quizás a su
mujer le faltaba o sobraba un algo y cualquier opinión de Nemesio era motivo de
discusión, sea cual fuera la opinión, trascendente o intrascendente.
Incluso Nemesio a veces, por puro
juego intelectual no exento de cierta malicia, le planteaba en una misma discusión opiniones
opuestas a un mismo asunto y ambas opiniones le eran discutidas rechazadas por
su mujer, qué en sus arrebatos, probablemente ni escuchaba lo que Nemesio le
decía.
Uno de los motivos frecuentes de
discusión era que ella le pedía que se separara, que se marchará de la casa. Su
sola presencia le incomodaba, le decía en momentos de arrebato.
Nemesio le contestaba que se separara
ella y que él le ofrecía todos los recursos económicos y más que pudieran estar a su alcance, que necesitara
para vivir.
Pero semejantes facilidades nunca
fueron ejecutadas por su mujer.
Nemesio no entendía por qué, si tan incómoda le era la situación a su esposa, que incluso le llegaba a pedir con violencia que se muriera de una vez, ¡como si dependiera de él! no tomaba la iniciativa y se marchaba.
Al principio creía que era por no
correr con los gastos de la separación, que hoy pueden llegar llegar a los tres
mil euros.
Por ello le ofreció correr también
él con esos gastos. Pero su mujer siguió en sus trece pidiendo la separación y
deseándole la muerte sin dar ningún paso para obtener la separación.
Luego Nemesio se dio cuenta de
que lo que debía influir en su mujer, era el qué dirán en su círculo
social, dónde estaba mal visto eso de la separación. Sin embargo, si era el
marido el que lo daba, la mujer pasaba de quedar en mal lugar, a quedar como
una víctima de un matrimonio inadecuado.
Por ello fue al fin mi amigo
Nemesio fue quién tuvo que dar el paso.
A todo esto me dirás, querido
lector, ¿por qué no acabó de una vez y al principio, con todo este desajuste y
disparate?
Pues muy fácil, porque Nemesio se había
comprometido a mantener el matrimonio hasta la muerte y su palabra estaba por
encima de su bienestar.
Con este compromiso la situación
duró hasta que el bienestar se transformó en supervivencia, lo que moralmente libró
a mi amigo Nemesio del compromiso adquirido en su día.
Había además un matiz que Nemesio
debía valorar con equidad; ¿su esposa era mala o estaba loca?
Porque si estaba loca se trataba
de una enferma y su obligación era estar a su lado.
Pero si era mala, debía alejarse
de ella lo antes posible para no verse afectado por su maldad.
Y en ese discernir pasó el tiempo,
hasta que Nemesio se dio cuenta de que las cosas no son blancas o negras y que
hay muchos matices de grises.
Parece una perogrullada, pero la
vida no es una película clásica de dibujos animados, es una visión en 3D con
matices muy complejos de realidades humanas a veces de difícil interpretación.
Necesitó años en darse cuenta de
que efectivamente, su mujer era una persona a la que le faltaba un algo que se
hacía evidente con malas formas y malas acciones, quizás porque fluían a través
de una pequeña beta de maldad.
Eso una persona avezada lo
hubiera visto pronto, pero Nemesio es noble, es algo panoli y estaba enamorado.
Noble, panoli y enamorado... ¿Pero
quedan todavía ejemplares de esos?
Jesús de Nazaret dijo que Dios
permitía el acta de repudio a los antiguos judíos, porque eran duros de
corazón.
Pero que, en su nuevo discurso,
decía, eso quedaba abolido y la relación matrimonial pasaba a ser hasta la
muerte.
Los protestantes, también
cristianos pero duros de corazón, aceptan el divorcio ignorando la nueva norma
de Jesús. ¿Deben ser una referencia para nosotros?
Bueno, ya he comentado en este
blog que los hermanos protestantes, son eso, protestantes, reaccionarios, y
nunca un reaccionario puede ser referencia de nada sólido.
Los católicos, más fieles a las
enseñanzas de Jesús, solucionan el problema de la incompatibilidad en la
convivencia entre personas casadas, con la separación. Y, si procede, con la
nulidad matrimonial.
No sé en detalle la creencia de mi
amigo Nemesio, pues no hablamos de esas cosas. Pero, en cualquier caso, ya
tiene dado el primer paso. Si es católico, otros dos o tres mil euros y quizás
obtenga la nulidad de su matrimonio. Es un camino más incierto y más caro, para
llegar al mismo lugar.
Aunque quizás, mi amigo Nemesio no desee llegar tan lejos y tan sólo sea un hombre de honor.
Lo que sería más raro, pues hoy la palabra no
la cumplen ni católicos, ni protestantes, ni hombre que no sea un labriego
temeroso de Dios.
Posdata
a 6 de diciembre de 2021.
¡Queda
sólo un mes para qué los Reyes Magos me traigan todo el carbón que me merezco y
pueda tener estufa gratis este invierno!
Voy
a matizar un poco lo que dije ayer sobre los costes de una separación y nulidad
matrimonial.
Esto
no es un diario de noticias ni soy un periodista de investigación, pero quiero
matizar algo en lo que hay más tabú que realidad y de lo que la gente no está
informada. Donde no hay luz no hay verdad.
Decía
que los precios de una separación o de un divorcio (ya la
mayoría de la gente se divorcia directamente) son hoy, en Barcelona (España), de
unos dos o tres mil euros si hay
acuerdo, un hijo y un mínimo de patrimonio.
La
cifra puede elevarse a una fortuna si hay más hijos, no hay acuerdo y el
patrimonio familiar es elevado.
Por
otro lado, el coste de una nulidad matrimonial puede irse hoy, en Barcelona, a
unos dos mil euros.
Quiero matizar esto último. Ese importe es el de la minuta del abogado.
Lo calculo sobre
la de un abogado misógino y poco ético, que conozco, que va de católico
influyente conseguidor de nulidades imposibles.
Pero
me da la impresión de que de esa cantidad, la Iglesia se debe quedar algo
simbólico por la gestión. El resto es negocio del abogado.
Soy
muy crítico con la Iglesia Católica, pero me debo rendir a la evidencia de que
la Iglesia no mercachiflea con sus sacramentos.
Hay
personas que van de católicos profundos y que son verdaderos sinvergüenzas.
Desgraciadamente es una especie muy extendida.
Pero
la Iglesia Católica como Institución, creo que ya lo he mostrado en más de un
lugar de este blog, es algo muy serio y coherente.
Puedo
decirlo con la boca grande, porque la Iglesia no me da de comer ni tengo
ninguna relación con ella, aunque creo que desde mi distancia, cada vez la
conozco mejor.
En
lo que a mí respecta, sólo soy un indigno cristiano.
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