Leerás este título y pensaras ¡Caramba!, qué paliza.
Pues no, el tema es apasionante y cuando lo leí me desconcertó.
Lo conocía de refilón.
Tras investigar un poco y profundizar, el asunto me desconcertó y es así sí como sigo. Desconcertado, a pesar de mí profundo y casi patológico racionalismo y escepticismo.
Empecemos por ver qué es eso de los milagros eucarísticos.
Son exudaciones de sangre de
hostias consagradas.
Así,
tal como suena.
No me voy a enrollar mucho porque soy muy práctico y lo esencial lo puedes encontrar en Internet.
Puedes buscar en youtube unos vídeos del doctor
Ricardo Castañón en los que habla sobre el tema.
Te anticiparé que probablemente no te creerás nada, lo que si eres creyente puede alarmarte pensando que eres además escéptico.
Pero no, no debe preocuparte esa
sensación. No hay nadie más católico que la Iglesia Católica, Iglesia, que tampoco
lo debe de tener muy claro, por lo que no llama a estos sucesos milagros eucarísticos,
sino que prefiere designarlos cómo signos eucarísticos.
Sin embargo, de ahí a decir qué son falsos hay un abismo.
Otra
cosa que te vendrá la cabeza, es que son fenómenos que se remontarán por lo
menos a la Edad Media, cuando todo era posible. Pues sí y no.
Hay
signos eucarísticos referidos a tiempos remotos, pero los hay bien recientes y
concretamente alguno de ellos en Buenos
Aires (Argentina), siendo obispo de Buenos Aires, el actual Papa Francisco, qué fue el
responsable directo de ordenar analizar alguno de estos signos.
Francisco
cumplió bien con el protocolo, pero no difundió la noticia.
Hoy esto les viene de maravilla a los que consideran a Francisco como el antipapa.
Pero como en muchas ocasiones en la Iglesia Católica, como en todo, las cosas no lo que parecen.
Efectivamente el hoy papa Francisco conoció y no divulgó como muchos piensan que debía divulgarse semejante evento.
Mi sentido común me dice que no hubo dolo, sino prudencia.
Francisco es una persona muy inteligente, cosa que a nadie le cabrá duda.
Como buen jesuita y fruto de esa inteligencia, que en las personas de bien va mezclada con sabiduría, debe ser extremadamente
prudente. Y además, por su edad, debe de tener el colmillo retorcido.
Si
tenemos en cuenta que hoy la Iglesia denomina a estos fenómenos signos,
cuando en 1992, siendo Francisco obispo de Buenos Aires, se sucedían en su
jurisdicción semejante signos, su actitud prudente no hacía más que adelantar en
el tiempo la prudencia de la Iglesia Católica al respecto.
Es
decir qué ni antipapa ni ni historias, sino la enésima demostración de lo que
un buen jesuita puede obrar, con la inspiración adecuada.
Si quieres saber mi opinión sobre los signos eucarísticos, te diré que es la de desconcierto.
Debe pasar más tiempo y tengo que estudiar más a fondo el asunto para poder tener una opinión que me convenza a mí mismo.
Por lo pronto he aparcado el tema a la espera de meditar más sobre él.
Hoy no descarto el fraude, pero resultaría un fraude muy complejo y exigiría de una conspiración.
Son
demasiados signos recientes, lo que favorece la teoría del fraude, pues la
tecnología permitiría subsanar obstáculos técnicos que abogan en favor de la
veracidad del fenómeno.
Sin embargo también implican a un mayor número de personas, y como ya he dicho en varias ocasiones, un secreto se puede mantener entre dos, si uno de los dos está muerto.
Es decir que si fuera un fraude que la tecnología actual lo hiciera
factible, también es cierto el número de personas implicadas sería tal que si
sólo una de ellas quisiera hacer daño a la Iglesia, encontraría campo abierto y megafonía a su
discurso. Y eso no ha sucedido.
Lo cierto es que si lo que mantiene nuestras creencias ha venir de los sentidos, mal lo tenemos.
Como cristiano del montón, de medias luces y mal hacer, solo
modela mis creencias lo que me viene de la oración y de la contemplación de
Dios.
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