sábado, 21 de septiembre de 2024

 

Cuando veas algo a tu alrededor que no funciona, pon medidas para arreglarlo.

No dejes que las cosas se pudran.

Hay que combinar inteligentemente el refrán popular; vale más una vez colorado que ciento amarillo, con el consejo de san Ignacio de Loyola; en la adversidad no hay que hacer mudanza.

Mi experiencia es que cuando me he enfrentado a situaciones incómodas, en ocasiones por caridad, a veces por pereza, a veces por debilidad de carácter, a veces por una mala compresión del concepto de amor, respeto, fidelidad o compromiso, no he puesto solución drástica al problema.

Y las cosas no han acabado bien, tras un tiempo de infelicidad y trauma.

Pasa mucho, por ejemplo, en las relaciones de pareja y en las relaciones de amistad o de trabajo.

En general en las relaciones humanas.

Y también en decisiones que hay que tomar sobre nuestra mascota, si hemos de continuar con ella, o no...

Sí la situación no funciona, a veces se pasa cien veces amarillo, es decir por cien secuelas, que una vez colorado, es decir zanjar la cuestión de conflicto.

Es un calvario vivir diariamente en zozobra, cuando hay que vivir la vida de forma creativa y plena.

Y aquí entra el pensamiento de san Ignacio de Loyola.

En esa vida torturante de conflictos constantes, el entendimiento se nubla y una decisión precipitada puede llevarnos a un fin peor.

Volviendo al ejemplo de la pareja.

Puede que existan hijos o que no haya posibilidades económicas claras para la separación.

Esto quiere decir, que hay que tomar la decisión con calma y meditarla cuando se está tranquilo y cabal.

Hablando sin rodeos.

En el ejemplo que he puesto, sería malo tomar decisión, cuando uno se ha emborrachado para olvidar las penas o está consolándose con una amiga de toda la vida, que hacía años que no veía...

En resumen, hay que tomar una decisión, pero con calma.

 


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