Convivo con dos seres vivos.
Ambos duermen a cualquier hora del día.
Ambos comen, beben y realizan las funciones de
desalojo de lo comido y de lo bebido.
Ninguno de los dos, es capaz de mantener una
relación tranquila.
Ambos carecen de la más mínima empatía y son
tremendamente egoístas.
Uno de esos seres es mi perro.
Sólo lo puedo distinguir del otro, en que el otro es
adicto a Netflix.
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