viernes, 13 de septiembre de 2024

Sé feliz, cual borrego..., ¡qué son cuatro días!

 

Imagino que a estas alturas ya habrás escuchado algo de Fortunata y Jacinta y otro tanto de Gustavo Bueno.

Si lo has hecho habrás tenido la sensación de que no has perdido el tiempo y de que estás más ilustrado.

Eso es bueno.

Si por pereza de buscar la referencia no has escuchado nada, a pesar de tu inquietud intelectual, no vale la pena que te esfuerces.

O tu inquietud intelectual es más corta que la cola de un conejo o tu verdadera vocación es la pereza y lo que has de hacer es cultivar tu vocación.

Déjalo correr, coge una cerveza, échate en el sofá y métete en redes.

No hay que obsesionarse, pero vivimos en un mundo tan inundado de mentiras y prejuicios gestionados por malas personas, que obtener información de opiniones inteligentes e independientes es una verdadera riqueza.

No es preciso comulgar palabra por palabra con quien te merece crédito de independencia, como si fueras un prosélito del líder, sino que has que analizar la esencia de lo que oyes y sacar tus conclusiones.

Pero es que la mayoría de la verborrea intelectual de hoy, carece de la más mínima esencia o esa esencia es una destilación tóxica de pensamientos aberrantes.

Por eso es importante tener independencia de pensamiento, para poder forjarte un discurso inteligente y sólido.

Dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos.

Y es cierto, porque el sentido común no se regala, sino que se forja a través del estudio y de la meditación.

¿Y quién estudia y medita hoy?

Muy pocos.

La mayoría sigue a ciegas lo que lee en panfletos sin ninguna estructura intelectual y basados en informaciones parciales, superfluas o falsas.

No comulgo al cien por cien con las referencias que te doy en este caso o en otros, pero sí creo que tienen unos valores sobre los que vale la pena pensar.

Ya está no me enrollo más.

Si lo tuyo es la telebasura o nadar incondicionalmente a favor de la corriente, métete de lleno en ello y disfruta, que los borregos también viven felices y ni se enteran de lo que les espera, cuando desfilan hacia el matadero.


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