Creer en Dios, no es patrimonio exclusivo de las
personas religiosas.
Si aceptamos la evidencia aplastante de que tras el
mundo creado debe haber una mente inteligente, nos encontramos con un panorama
ininteligible.
Porque esa mente inteligente ha creado algo que no
cabe en nuestra cabeza y que por lo tanto no podemos entender.
Y ahí viene el acto de humildad que tiene que hacer
el ser humano frente a algo que no entiende.
Frente a eso, cualquier persona con dos dedos de
frente, aceptaría que lo incomprensible no se puede comprender y se tumbaría a
ver pasar las nubes.
Pero hay mentes que unos llaman inquietas y que un
servidor llama soberbias, que quieren ir más allá y explicar lo inexplicable.
Esas mentes han existido siempre y por eso siempre
han existido las religiones.
Religiones más o menos sofisticadas, según el nivel
cultural de las culturas que las han creado.
La religión es poner cara y ojos a algo que no
entendemos.
Todas las personas, cristianos mahometanos, judíos,
budistas, animistas…, son personas religiosas.
Menos Manolo, que es agnóstico.
Si lees entre líneas, verás que José María no lo es, aunque quizás debiera explicar en otra entrada, porqué no es lo que pueda parecer.
Pero la religión va más allá, porque abarca toda la
panoplia de pensamientos, que no llegan a ponerle cara y ojos a lo que no
comprenden.
Como decía el otro día, algunos se autodefinen como
ateos, pero en realidad, son personas que no han dado el paso a poner cara y
ojos, a la inteligencia incomprensible que ha creado el universo y sus leyes.
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